Aborreced lo
malo, seguid lo bueno
“Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Romanos 12:9)
Esta es una de las expresiones que bien describen el carácter de nuestro
Señor Jesucristo. Su correcta perspectiva y actitud hacia en cuanto al mal
y el bien fue consistente durante toda su vida.
Aborreced lo malo
Fue tentado por Satanás mismo, pero lo venció por medio de la Palabra: “está escrito”. Se indignó al ver la dureza de los corazones (Marcos 3:5), al ver la mercadería en el templo (Mateo 21:12), a la mujer sorprendida en adulterio le dijo, “vete, y no peques más” (Juan 8:11), se mantuvo a distancia de la política (Mateo 22:21). En una oportunidad Dios le dijo a Jeremías: “Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19). Así fue en el caso del Señor, aunque estaba rodeado de publicanos y pecadores nunca se convirtió en uno de ellos, sino que se relacionó con ellos para darles libertad del pecado.
En contraste, el salmista dice en cuanto al impío, diciendo, “Medita maldad sobre su cama; está en camino no bueno, el mal no aborrece” (Salmo 36:4). Así no debe ser el creyente.
Seguid lo bueno
El aborrecer lo malo va seguido de su contraparte, seguir lo bueno. El Señor dijo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:7), y también, “Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?” (Juan 10:32). Nunca se refrenó de hacer el bien, cualquiera fueran las circunstancias. Dijo: “Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo” (Mateo 12:12).
Que nuestra vida también esté caracterizada por este mismo principio: “aborreced lo malo, seguid lo bueno”.
Amor sincero
“El amor sea sin fingimiento... Amaos los unos a los otros con amor fraternal” (Romanos 12:9-10)
Romanos 12 es uno de los pasajes que muestra el alto estándar que Dios
tiene para el cristiano. El apóstol usa frases cortas donde cada una de
ellas agrega dificultad a la carrera cristiana. Veremos en los próximos
artículos estas frases un poco más en detalle.
La primera de las frases tiene que ver con el amor. En ocasiones vemos el amor mencionado de último (como 2 Pedro1:5-7), como el objetivo final que anhelamos alcanzar. En este caso es mencionado de primero, ya que el amor es el móvil que nos impulsará a lograr todo lo demás. Sin amor, todo lo demás se convertirá en una carga pesada imposible de llevar.
El Señor Jesucristo habló que el amor debe demostrarse en dirección vertical: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Marcos 12:30) y en dirección horizontal: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31). Es imposible desligar el amor a Dios con el amor al prójimo. Van de la mano. "Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
Un amor sin fingimiento es un amor que va más allá de las palabras. Las palabras son necesarias para expresar amor, los hechos son necesarios para mostrar que ese amor es verdadero. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:16-18).
Si digo que amo a mi hermano, entonces ¿qué estaría dispuesto a hacer por él? El amor sea sin fingimiento.
Miguel Mosquera
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