APRENDIENDO DE LA BIBLIA 22
Capítulo 16 del libro de Levítico
Este capítulo tiene que ver con lo que se celebraba
en el Día de Expiación, lo cual se llevaba a cabo una vez por año para
cubrir los pecados de la nación, tanto corporativamente como individualmente.
Lo que pasaba es que a pesar del meticuloso
cumplimiento de la ley de Moisés en cuanto a los sacrificios por el pecado, aún
así, quedaban ofensas y pecados que no habían sido reconocidos y por tanto no
habían sido cubiertos o expiados con la sangre de una víctima inocente. Los
sacrificios que se llevaban a cabo en el día de expiación tenían el propósito
de expiar o cubrir este tipo de pecados.
Levítico 16:33 dice: “Y hará expiación por el
santuario santo; y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el
altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” Esta
celebración se llevaba a cabo a los diez días del mes séptimo, en el mes de
Tisrí, es decir entre la segunda parte de Septiembre y la primera parte de
Octubre en nuestra manera de contabilizar los meses.
Era necesario ayunar desde la tarde del noveno día
hasta la tarde del décimo día de dicho mes. Todo este ceremonial era un cuadro
vivo de que en lo futuro vendría un sumo sacerdote perfecto para ofrecer un
sacrificio perfecto. Este perfecto sumo sacerdote y perfecto sacrificio es
Jesucristo, por supuesto.
Los sacerdotes entraban cada día a quemar incienso
en el altar de oro que estaba en el lugar santo, fuera del velo que dividía el
lugar santo del lugar santísimo, donde también se encontraba el candelabro y la
mesa de los panes de la proposición. Pero ninguno de los sacerdotes, excepto el
sumo sacerdote podía atravesar el velo y entrar en el lugar santísimo.
En el lugar santísimo estaba el arca del
testimonio. Este arreglo fue diseñado para inspirar reverencia hacia Dios en un
tiempo en el cual su presencia se manifestaba por medio de símbolos.
La ceremonia en el día de expiación consistía
básicamente en lo siguiente: Primero, el sumo sacerdote se purificaba
ceremonialmente en la fuente de bronce en el patio exterior y luego se ataviaba
con su ropaje ceremonial en el tabernáculo. Levítico 16:4 dice: “Se vestirá la
túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se
ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas
vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua.”
Segundo, el sumo sacerdote ofrecía un becerro como
expiación de sí mismo y de su familia. Levítico 16:3 dice: “Con esto entrará
Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para
holocausto.” Levítico 16:11 dice: “Y hará traer Aarón el becerro que era para
expiación suya, y hará reconciliación por sí, y por su casa, y degollará en
expiación el becerro que es suyo.”
Tercero, el sumo sacerdote entraba al lugar
santísimo con la sangre del becerro, incienso y brasas de fuego tomadas del
altar del holocausto. Levítico 16:12-13 dice: “Después tomará un incensario
lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del
perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume
sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el
propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.”
Cuarto, el sumo sacerdote rociaba el propiciatorio
por siete veces con la sangre del becerro. Levítico 16:14 dice: “Tomará luego
de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al
lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de
aquella sangre.”
Quinto, el sumo sacerdote volvía al patio exterior
y echaba suertes sobre dos machos cabríos para expiación. Levítico 16:7-8 dice:
“Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la
puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos
cabríos, una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel.”
Sexto, el sumo sacerdote ofrecía en expiación el
macho cabrío sobre el cual cayó la suerte. Levítico 16:5. 9. 15, LEERLO.
Séptimo, el sumo sacerdote entraba nuevamente al
lugar santísimo para rociar el propiciatorio y también el lugar santo, con la
sangre del macho cabrío que fue sacrificado en expiación. Levítico 16:15 en su
segunda parte, hasta el 17 LEERLO
Octavo, el sumo sacerdote volvía al altar del
holocausto y lo purificaba con la sangre del becerro y del macho cabrío.
Levítico 16:18-19, LEERLO
Noveno, el sumo sacerdote ordenaba que se le traiga
el macho cabrío vivo, ponía sus manos sobre él y lo enviaba al desierto por un
hombre destinado para esto. Levítico 16:20-22 LEERLO.
Décimo, se purificaba la persona que había llevado
el macho cabrío al desierto. Levítico 16:26 , LEERLO.
Undécimo, el sumo sacerdote se quitaba el ropaje
especial para el día de expiación, se lavaba ceremonialmente y se ponía su
ropaje acostumbrado de sumo sacerdote. Levítico 16:23-24 LEERLO.
Duodécimo, el sumo sacerdote ofrecía dos carneros
como holocausto por sí mismo y por el pueblo. Levítico 16:24 en su segunda
parte dice: “y después de ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y
el holocausto del pueblo y hará la expiación por sí y por el pueblo.”
Decimotercero, se quemaba en el altar la grosura de
los holocaustos. Levítico 16:25 dice: “Y quemará en el altar la grosura del
sacrificio por el pecado.”
Decimocuarto, se sacaba del campamento el becerro y
el macho cabrío inmolados por el pecado y se quemaba su piel, su carne y su
estiércol. Levítico 16:27
Decimoquinto, quien quemaba el becerro y el macho
cabrío inmolados se purificaba en agua y entraba al campamento. Levítico 16:28
dice: “El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con
agua, y después podrá entrar en el campamento.”
Esto es en esencia lo que tenemos en Levítico 16.
Luego de estas instrucciones, en lo que resta del
pasaje, se deja este ritual para la posteridad. Levítico 16:24-29 , LEERLO.
De esta manera se trataba el pecado antes de la
venida de Cristo. Pero cuando vino Cristo en la persona de Jesús y fue
crucificado, se ofreció el sacrificio perfecto que hace inútil todo el ritual
que se llevaba a cabo el día de expiación.
Hebreos 9:11-12 dice: “Pero estando ya presente
Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más
perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no
por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró
una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna
redención.”