viernes, 11 de septiembre de 2020

APRENDIENDO DE LA BIBLIA 22

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA 22

 

Capítulo 16 del libro de Levítico

Este capítulo tiene que ver con lo que se celebraba en el Día de Expiación, lo cual se llevaba a cabo una vez por año para cubrir los pecados de la nación, tanto corporativamente como individualmente.

Lo que pasaba es que a pesar del meticuloso cumplimiento de la ley de Moisés en cuanto a los sacrificios por el pecado, aún así, quedaban ofensas y pecados que no habían sido reconocidos y por tanto no habían sido cubiertos o expiados con la sangre de una víctima inocente. Los sacrificios que se llevaban a cabo en el día de expiación tenían el propósito de expiar o cubrir este tipo de pecados.

Levítico 16:33 dice: “Y hará expiación por el santuario santo; y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación” Esta celebración se llevaba a cabo a los diez días del mes séptimo, en el mes de Tisrí, es decir entre la segunda parte de Septiembre y la primera parte de Octubre en nuestra manera de contabilizar los meses.

Era necesario ayunar desde la tarde del noveno día hasta la tarde del décimo día de dicho mes. Todo este ceremonial era un cuadro vivo de que en lo futuro vendría un sumo sacerdote perfecto para ofrecer un sacrificio perfecto. Este perfecto sumo sacerdote y perfecto sacrificio es Jesucristo, por supuesto.

Los sacerdotes entraban cada día a quemar incienso en el altar de oro que estaba en el lugar santo, fuera del velo que dividía el lugar santo del lugar santísimo, donde también se encontraba el candelabro y la mesa de los panes de la proposición. Pero ninguno de los sacerdotes, excepto el sumo sacerdote podía atravesar el velo y entrar en el lugar santísimo.

En el lugar santísimo estaba el arca del testimonio. Este arreglo fue diseñado para inspirar reverencia hacia Dios en un tiempo en el cual su presencia se manifestaba por medio de símbolos.

La ceremonia en el día de expiación consistía básicamente en lo siguiente: Primero, el sumo sacerdote se purificaba ceremonialmente en la fuente de bronce en el patio exterior y luego se ataviaba con su ropaje ceremonial en el tabernáculo. Levítico 16:4 dice: “Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua.”

Segundo, el sumo sacerdote ofrecía un becerro como expiación de sí mismo y de su familia. Levítico 16:3 dice: “Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto.” Levítico 16:11 dice: “Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará reconciliación por sí, y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo.”

Tercero, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo con la sangre del becerro, incienso y brasas de fuego tomadas del altar del holocausto. Levítico 16:12-13 dice: “Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.”

Cuarto, el sumo sacerdote rociaba el propiciatorio por siete veces con la sangre del becerro. Levítico 16:14 dice: “Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre.”

Quinto, el sumo sacerdote volvía al patio exterior y echaba suertes sobre dos machos cabríos para expiación. Levítico 16:7-8 dice: “Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos, una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel.”

Sexto, el sumo sacerdote ofrecía en expiación el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte. Levítico 16:5. 9. 15,  LEERLO.

Séptimo, el sumo sacerdote entraba nuevamente al lugar santísimo para rociar el propiciatorio y también el lugar santo, con la sangre del macho cabrío que fue sacrificado en expiación. Levítico 16:15 en su segunda parte, hasta el 17 LEERLO

Octavo, el sumo sacerdote volvía al altar del holocausto y lo purificaba con la sangre del becerro y del macho cabrío. Levítico 16:18-19, LEERLO

Noveno, el sumo sacerdote ordenaba que se le traiga el macho cabrío vivo, ponía sus manos sobre él y lo enviaba al desierto por un hombre destinado para esto. Levítico 16:20-22 LEERLO.

Décimo, se purificaba la persona que había llevado el macho cabrío al desierto. Levítico 16:26 , LEERLO.

Undécimo, el sumo sacerdote se quitaba el ropaje especial para el día de expiación, se lavaba ceremonialmente y se ponía su ropaje acostumbrado de sumo sacerdote. Levítico 16:23-24 LEERLO.

Duodécimo, el sumo sacerdote ofrecía dos carneros como holocausto por sí mismo y por el pueblo. Levítico 16:24 en su segunda parte dice: “y después de ponerse sus vestidos saldrá, y hará su holocausto, y el holocausto del pueblo y hará la expiación por sí y por el pueblo.”

Decimotercero, se quemaba en el altar la grosura de los holocaustos. Levítico 16:25 dice: “Y quemará en el altar la grosura del sacrificio por el pecado.”

Decimocuarto, se sacaba del campamento el becerro y el macho cabrío inmolados por el pecado y se quemaba su piel, su carne y su estiércol. Levítico 16:27

Decimoquinto, quien quemaba el becerro y el macho cabrío inmolados se purificaba en agua y entraba al campamento. Levítico 16:28 dice: “El que los quemare lavará sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después podrá entrar en el campamento.”

Esto es en esencia lo que tenemos en Levítico 16.

Luego de estas instrucciones, en lo que resta del pasaje, se deja este ritual para la posteridad. Levítico 16:24-29 , LEERLO.

De esta manera se trataba el pecado antes de la venida de Cristo. Pero cuando vino Cristo en la persona de Jesús y fue crucificado, se ofreció el sacrificio perfecto que hace inútil todo el ritual que se llevaba a cabo el día de expiación.

Hebreos 9:11-12 dice: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 21

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 21

Te has preguntado, ¿Por qué los evangélicos guardan el primer día de la semana como día de reposo, en lugar del séptimo día?

Los creyentes no estamos obligados a guardar ningún día como día de reposo porque al estar en Cristo hemos quedado libres de tener que cumplir con la ley de Moisés para ser aceptados por Dios.

Sin embargo, es necesario que los creyentes tengan un día en el cual puedan reunirse con otros creyentes para perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Todo esto se podría hacer en cualquier día, pero ¿Por qué se lo hace el domingo, el primer día de la semana?

Son varias las razones.

Número 1, y más importante, porque fue un primer día de la semana cuando resucitó el Señor Jesucristo de entre los muertos. María Magdalena fue muy temprano a la mañana del primer día de la semana a visitar el sepulcro de Jesús. Para su sorpresa, encontró que la piedra que bloqueaba la entrada del sepulcro había sido removida.

Más tarde se encontró que dentro del sepulcro no había cadáver sino solamente los lienzos puestos allí y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús. Eran las pruebas de que Jesús había resucitado de entre los muertos. Esto aconteció el primer día de la semana. Juan 20:1 dice: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.” Es perfectamente razonable que los seguidores de Jesucristo se reúnan el día que Jesús resucitó.

Número 2, porque los primeros seguidores de Jesucristo se reunían el primer día de la semana para celebrar la cena del Señor. Hechos 20:7 dice: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir el día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.” 

Número 3, porque el apóstol Pablo en su enseñanza sobre la ofrenda, pide que éstas se recojan el primer día de la semana. 1 Corintios 16:2 dice: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” 

Numero 4, porque la iglesia de Cristo nació en un primer día de la semana cuando descendió el Espíritu Santo sobre los discípulos del Señor Jesucristo que estaban reunidos en el aposento alto en Jerusalén, según el relato en el libro de Los Hechos.

Estos datos llevan a pensar que los primeros creyentes tenían sus reuniones cada primer día de la semana. De todo esto parte la costumbre de los creyentes de reunirse el primer día de la semana.

 

Como notará no se trata de un cambio del día de reposo, porque los creyentes no tenemos que guardar ningún día como día de reposo, tampoco se trata de que alguna autoridad humana hubiera decidido que los creyentes se reúnan cada primer día de la semana.

 

Es simplemente porque Jesús resucitó un primer día de la semana y porque los primeros creyentes se reunían cada primer día de la semana. Los creyentes ya no estamos bajo la ley de Moisés sino bajo la gracia y por eso no estamos obligados a cumplir ni con todo ni con parte de la ley de Moisés, como esto de guardar el séptimo día como día de reposo.

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 20

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 20

Hebreos 6, se habla de quienes recayeron y no pudieron ser otra vez renovados para arrepentimiento,

El capítulo 6 de Hebreos no debe analizarse aparte del propósito general del libro de Hebreos. El libro de Hebreos presenta a Jesucristo como el cumplimiento de todo lo que el Antiguo Testamento prefiguró por medio de todo el ritual que Dios entregó al pueblo de Israel por medio de Moisés.

Los judíos tenían gran problema en aceptar esto. Había algunos que aparentemente o externamente habían aceptado a Jesucristo como su Salvador, el Mesías, el Cristo, el Ungido, pero en el fondo no estaban convencidos de esto, seguían atados al Judaísmo. Eran convencidos, pero no convertidos.

El autor de Hebreos confronta a estas personas y les desafía a una entrega de corazón a Jesucristo. Es a este tipo de personas a las que se refiere Hebreos 6:4-6 donde dice: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a vituperio.” 

Las personas de quienes habla este pasaje bíblico no eran creyentes, sino apostatas, probablemente convencidos intelectualmente, pero no convertidos espiritualmente, porque jamás habían sido sinceros en recibir a Jesucristo como Salvador personal.

Por fuera decían que eran creyentes, pero internamente todavía estaban atados a la religión de sus ancestros. En algún momento decidieron abandonar lo que parecía que creían y regresaron al Judaísmo. A esto se refiere el texto cuando dice que recayeron.

Es en estas condiciones que se vuelve imposible para ellos el ser otra vez renovados para arrepentimiento. Es posible cumplir con todo lo que dicen los versículos 4 y 5 de Hebreos 6 y aún así no ser un verdadero creyente. La salvación no se pierde. Alguien que ha nacido en la familia de Dios no puede jamás dejar de serlo. La vida eterna no fuera eterna si existiera la posibilidad de perderla.

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 19

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA. 19

"¿Qué significa ser lleno del Espíritu Santo?".

Efesios 5:18 dice lo siguiente: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, antes bien sed llenos del Espíritu."

En este texto, a la par de contrastar la embriaguez con la llenura del Espíritu Santo, también se hace una comparación y es esta comparación la que nos proporciona la clave para entender el significado de la llenura del Espíritu Santo.

La comparación se refiere al control o la dirección. La persona ebria está sometida al control del alcohol que ha consumido. Como consecuencia de ello piensa y actúa de maneras que normalmente le resultarían extrañas.

De igual modo la persona que está llena del Espíritu Santo está bajo el control de dicho Espíritu y también actúa de maneras que no le son naturales. Esto, por supuesto, no quiere decir que dichas maneras de actuar son descontroladas o anormales, sino que la persona se comporta de un modo distinto al que tenía en su vieja vida.

De modo que, estar lleno del Espíritu Santo significa simplemente estar sometido a la dirección de dicho Espíritu. Es necesario indicar también que la llenura del Espíritu Santo no es una opción para el creyente sino un mandato.

El texto contiene el verbo conjugado en modo imperativo "sed llenos" y esto significa una orden. Por tanto, se espera que todo creyente sea lleno del Espíritu, y de no serlo, entonces se debe considerar como pecado, por cuanto equivale a desobedecer un mandamiento de la palabra de Dios.

Otra característica notable de la llenura del Espíritu Santo es que se trata de una experiencia que se repite. El verbo que expresa el mandato a ser llenos, en su forma griega está en tiempo presente y comunica la idea de que debe ser algo continuo, una manera de entender esta orden sería: "Continuamente sed llenos del Espíritu Santo".

El hecho de que se puede repetir la experiencia constituye una bendición, porque si así no fuera, ningún creyente permanecería lleno del Espíritu Santo por mucho tiempo, porque el pecado interrumpe el dominio del Espíritu.

En cuanto al resultado de ser lleno del Espíritu Santo, existe la idea equivocada de que la llenura del Espíritu Santo se manifiesta en hablar en lenguas, en hacer milagros, en desmayarse, en realizar sanidades, en interpretar lenguas y cosas por el estilo.

Es decir en actos sobrenaturales. Pero un cuidadoso estudio del resultado de ser lleno del Espíritu Santo va a mostrar que la llenura del Espíritu Santo no se manifiesta en una capacidad para realizar cosas sobrenaturales, sino en un carácter semejante al de Cristo, mostrando el fruto del Espíritu Santo según aparece en Gálatas 5:22-23.

La llenura del Espíritu Santo se manifiesta también en una vida de adoración y alabanza según Efesios 5:18-20 y por último en una vida de sumisión a los demás, según Efesios 5:21.

La gran pregunta es: ¿Cómo puede un creyente lograr la llenura del Espíritu Santo? La única manera es por medio de una obediencia incondicional a lo que Dios ha dicho en su palabra la Biblia.

Resumiendo entonces, ser lleno del Espíritu Santo significa que el creyente está sometido a la dirección del Espíritu Santo. Esto es un mandato en la Biblia y debe ser cumplido por todos los creyentes.

Un creyente lleno del Espíritu Santo manifiesta esa llenura, no por medio de realizar eventos prodigiosos, sino por medio de exhibir un carácter semejante al de Cristo Jesús, agradeciendo a Dios en todo, adorando y alabando a Dios siempre y sometiéndose a los demás. --srhr

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA18

 

APRENDIENDO DE LA BIBLIA

En 1 Juan 1:6, dice: "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad."

En la primera Epístola de Juan podemos encontrar varios indicios para saber si en realidad somos o no hijos de Dios.  Me a la tarea de enumerar las pruebas de autocomprobación para saber si uno es realmente creyente y encontré al menos doce.

Pues, la cita bíblica en cuestión es una de las pruebas para saber si una persona es o no es creyente. En el versículo cinco del mismo capítulo, el Apóstol Juan declara que Dios es luz, enseñándonos que Dios es absolutamente santo, absolutamente justo y absolutamente puro.

Luego Juan añade que no hay ningunas tinieblas en él. Esto significa que Dios no puede tolerar delante de sí ningún tipo de pecado. Con todo esto en mente, arribamos al versículo seis.

Este texto nos está hablando de comunión con Dios. Comunión es un estado en la cual dos o más personas comparten una o más cosas en común. Para que haya comunión de una persona con Dios no puede existir ocultación de pecado por parte de esa persona.

La luz y las tinieblas no pueden existir al mismo tiempo. Cada uno de estos elementos excluye al otro. Sucede exactamente lo mismo cuando encendemos una luz en una habitación que está a obscuras. La luz aparece y automáticamente las tinieblas desaparecen.

Si una persona camina en tinieblas, no está en comunión con Dios. Caminar en tinieblas significa vivir en pecado, es el estilo de vida de todo incrédulo. El incrédulo puede decir que tiene comunión con Dios, pero su estilo de vida de pecado testifica en contra de él, desenmascarándole como un mentiroso.

Según el Apóstol Juan, el hombre no puede estar sino en uno de dos estados, en luz o en tinieblas. Si está en luz, es un miembro de la familia de Dios. Si está en tinieblas no puede tener ninguna comunión con Dios porque sencillamente en Dios no hay tinieblas.

De manera que, si una persona dice que tiene comunión con Dios, esto significa que se ha lavado de su pecado en la preciosa sangre de Cristo.

Si esto no ha acontecido y eso se comprueba por cuanto la persona anda en tinieblas, entonces esta persona es mentirosa y no practica la verdad al afirmar que tiene comunión con Dios. Así que, como afirmó el Señor Jesucristo, al árbol se le conoce por el fruto. Un buen árbol no puede dar un mal fruto y un árbol malo no puede dar un buen fruto. --srhr

Serie: Mandamiento Bíblico

Estos son los animales que comeréis,   no comeréis éstos:”, v. 2-3. Levítico 11. 1-8, 43-47; 1 Timoteo 4, 3-4. Leer. En Levítico 11 tene...