Si el Señor viniera a tu casa
Si el Señor viniera a tu casa a pasar algunos días;
si viniera sin aviso, ¿cómo le recibirías?
¡Ah! Yo sé que le darías tu mejor habitación,
y la mejor comida, sazonada a perfección.
Le asegurarías que es un gozo sin igual
tener un huésped tan honrado visitando tu hogar.
Pero al ver a tu puerta al Visitante tan distinguido,
¿correrías, complacido, a decirle: ¡Bienvenido!?
¿O tendrías que cambiarte antes de dejarle entrar,
esconder esas revistas, y poner la Biblia en su lugar?
¿Y qué del aparato que sueles contemplar?
¿Dónde lo pondrías, o lo tendrías que tapar?
Y esa última palabra, que en tu ira pronunciaste,
¿desearías que la Visita, al llegar, no la captase?
Y si por unos días se quisiera Él quedar,
con lo que siempre haces ¿podrías continuar?
¿Aún pronunciarías lo que sueles tú hablar?,
y la forma de tu vida, ¿la tendrías que cambiar?
¿No sería diferente toda tu conversación,
la lectura de la Biblia y los ratos de oración?
¿Dejarías que Él oyera tu cántico usual
y los libros que a tu alma son comida espiritual?
¿Llevarías a tu Amado a todos los lugares
dónde ibas tú a ir, o cambiarías tus planes?
¿Te daría pena si Él llegara a conocer
tus mejores amistades, o sería un placer?
¿Muy contento estarías si Él viniera a quedarse,
o estarías aliviado cuando al fin se marchase?
Sería interesante saber lo que harías,
si Él viniera a tu casa a pasar algunos días.
- Copiado, pero no sé de quién
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