miércoles, 8 de diciembre de 2021

Serie: Mandamiento Bíblico

El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.”, v.12.

Éxodo 21. 12-14; Génesis 9. 1-6; Romanos 13. 1-4. Leer.

Este mandato confirma que para el delito de homicidio, la pena capital es una institución divina. El contexto muestra que el asesinato accidental no atrae la pena capital, pero el asesinato premeditado sí. Fue después del diluvio que Dios dio por primera vez el mandato de infligir una sentencia tan severa, (Génesis 9. 6). La vida humana ha de ser respectada, porque el hombre fue creado a la imagen de Dios, por lo que quitar la vida es una flagrante falta de respeto hacia Él, por lo tanto Su insistencia en la pena máxima.

Es responsabilidad del estado mantener esta institución divina, porque un hombre en el gobierno es visto como un "servidor de Dios", (Rom. 13. 4). "No en vano lleva espada" y es "un vengador"; estas declaraciones indican el deber del gobierno de mantener la ley y el orden en la forma divinamente ordenada.

Muchos santos tienen un problema con la idea de la pena capital y declaran que nunca se atreverían a tirar de la palanca de la trampilla, ni accionar el interruptor, ni inyectar la dosis letal. No se le pide que lo haga; esa responsabilidad recae en el estado.

Los críticos de la Biblia alegan que el libro es inconsistente, ya que un versículo de la Escritura insiste en ojo por ojo, diente por diente y vida por vida, mientras que otro nos instruye a poner la otra mejilla. Cuando se tiene en cuenta el contexto, no hay contradicción. En el primero, se brinda orientación al sistema judicial de Israel; Según lo “juzgaren los jueces", (Éxodo 21. 22). En el segundo, el Señor Jesús está instruyendo a Sus discípulos acosados ​​para que eviten un espíritu de venganza, (Mat. 5. 38-42).

Se ha discutido mucho sobre si la pena capital es un factor disuasorio o no. Desde una perspectiva bíblica, ese tema no es parte del debate. Puede haber la sugerencia de que el factor miedo puede frenar la conducta imprudente, (Rom. 13.1-5), pero, en la Biblia, ¡el castigo estaba destinado a ser un castigo! Para delitos menores habría una pena adecuada, pero no era tratamiento, reeducación o rehabilitación: era un castigo. Ignorar el mandato de Dios nunca vale la pena. David cerró los ojos ante el hecho de que Absalón era un asesino y, en consecuencia, miles más perecieron, (2 Sam. 13 al 20). Del asesino se dice que "seguramente será condenado a muerte".

Precious Seed. Traducido.

www.preciousseed.org

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