miércoles, 24 de julio de 2019

EL ADORNO DEL CRISTIANO: LA INTEGRIDAD.


EL ADORNO DEL CRISTIANO: LA INTEGRIDAD.

Indiferente partes de las Escrituras se nos habla de la INTEGRIDAD como un especial atributo que forma parte de la personalidad de Dios mismo y que por lo tanto, como hijos de Dios, estamos obligados a practicarla.

Integridad es sinónimo de honradez, rectitud, pureza, y justicia, virtudes estas que deben adornar la vida y acciones de cada cristiano. “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad”, Josué 24:14. Así se refirió Josué a las tribus de Israel que había reunido en Siquem. Y David en el Salmo 15 dice que para poder disfrutar de la dulzura y del abrigo de la casa de Dios, es necesario andar en integridad, hacer justicia, hablar verdad, no calumniar ni hacer mal al prójimo.

Lamentablemente muchas veces olvidamos que somos hijos de Dios, ofrecemos y no cumplimos; hablamos mal de nuestro hermano y luego negamos lo que hemos dicho. Cometemos un error y no somos capaces de admitirlo ni corregirlo, debemos y no pagamos y en muchos aspectos procedemos con engaño como los hijos de tinieblas. Tales hechos deben llamarnos a reflexión porque el Señor dijo: “por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Mateo 7:16.

Cuando niño se oía muy a menudo decir de los inconversos que los evangélicos eran personas honradas, gente en la que se podía confiar con los ojos cerrados, cuyas palabras era “un documento”. Pero atendida que el tiempo pasa y la maldad se multiplica, el espíritu de engaño, de mentira y de maldad ha llegado ha influenciar a los mismo creyentes.

Cuando hablamos de esta manera no nos estamos refiriendo a la regla sino a las excepciones (para sastifaccion de los hermanos que procuran practicar la integridad). Tenemos la completa convicción que el “Lavacro de la regeneración” (Tito 3:5) es suficiente para transformar y renovar al hombre; pero para que esta verdadera transformación ocurra en nuestra vidas tenemos que darle cabida al Espíritu del Señor para que inunde todo nuestro ser y tenga lugar aquella maravillosa promesa del Señor en Juan 14:21: El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 

Cuando el cristiano ha permitido que su cuerpo sea “templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19) es imposible que Satanás se adueñe de el para incitarle a a practicar las obras de la tinieblas. Este deseo  de que el Señor more en nosotros también formaba parte del anhelo de David cuando en el Salmo 101 dijo: “Entenderé el camino de la perfección Cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían”; mientras que el Señor inspiro a su siervo para dejarnos este precioso mensaje: “mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.”,v 6.

R.G.M.
Tomado del folleto Mensajes de Aliento, Paz y Acción.
Junio Año 1981.

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