miércoles, 24 de julio de 2019

ENGAÑO A SI MISMO


ENGAÑO A SI MISMO.

Muchos de nosotros nos engañamos por la ignorancia, por no conocer las cosa que son legitimas; y tal vez por mostar poco interés en aprender  de la palabra de Dios. Debemos comprender que por una u otra cosa puede haber personas que nos quieran engañar, pero nunca debemos engañarnos a nosotros mismo. Dice la Escritura: “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”. (1 Corintio 3:18).

En las cosas materiales de la vida hay mucho engaño. No debemos volver a la cosas que antes hacíamos: ir al cine, a lo juegos de cualquier clase, decir palabras corrompidas, prender velas a los muertos y “santos”, de yeso o madera; usar el pelo largo, etc. Nosotros como hijos de Dios debemos ser honrados para poder así resaltar el testimonio del evangelio.

La pintura en la mujer es un engaño así misma: Jeremías 4:30 dice: “aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas”. En Ezequiel 23:38-44 dice: “y por amor de ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos”. En 2 Reyes 9:30-37, “y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana. En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel”.

Algunas se pinta el pelo, las mejillas, los ojos, las uñas, y las pestañas. Se están engañando a si misma. En cuanto al pelo, las hermanas no deben cortárselo, por dice la Escritura: “Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso”. (1 Corintio 11:15).

Ananias y Safira se engañaron así mismo; porque mintieron al Espíritu (Hechos 5:3). No debemos permitir que el diablo llene nuestros corazones de codicia, como lleno el de Judas y el de Ananias.

Las falsas doctrina son perjudiciales al creyente, y seguirla, serie engañarnos a nosotros mismo. No debemos dejarnos llevar “doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” ni por doctrinas “diversa y extrañas” (Efesios 4:14; Hebreos 13:9).

Debemos seguir con sencillez, lo que practicaron los primeros discípulos.

Ramón Acosta
Tomado del folleto Mensajes de Aliento, Paz y Acción.
Agosto de 1982.

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