miércoles, 23 de octubre de 2019

Cronología de la vida de José, hijo de Jacob


Cronología de la vida de José, hijo de Jacob
(Génesis 30:22-24; 33:7; capítulos 37 al 50; Éxodo 13:19; Josué 24:32).

Fechas aproximadas; “c.” significa “cerca de” y “a.C.” significa “antes de Cristo”. Citas subrayadas dan claves para fijar fechas.
Las tablas cronológicas y nombres de faraones egipcios varían según historiadores.

José nace, de Raquel, en c. 1914 a.C. (Génesis 30:22-24), más o menos al mismo tiempo que Dina, hija de Lea.
Ø  Su padre Jacob tiene unos 96 años de edad; sus hermanos: Rubén, 6, y Judá unos 3 años.
Ø  Está gobernando en Egipto, de la Dinastía XII del Imperio Medio (1991-1786), el Faraón Amenemhat II (1929-1895).
José tiene unos 6 años cuando se dio el encuentro entre Jacob y Esaú (Génesis 33:7).
José tenía 11 años cuando nació Benjamín y murió su mamá Raquel (Génesis 35:16-20).
José tiene 17 años cuando fue vendido por sus hermanos: Génesis 37:2
Ø   Jacob tiene 108 años.
José tiene 20 años (1894 a.C.) cuando Faraón Senusert II (1894-1878 a.C.) asciende al trono en Egipto.
Ø  José tendría unos 3 años trabajando en casa de Potifar.
José tiene 29 años cuando muere su abuelo Isaac de 180 años (Génesis 35:28).
José está casi por salir de la cárcel
José tiene 30 años cuando sale de la cárcel y ocupa el segundo lugar en Egipto: Génesis 41:46.
Ø  Jacob tiene 121 años.
Ø  Jacob tiene 22 años sin ver a José, pensando que estaba muerto.
Ø  José administraría en Egipto por 80 años (posiblemente más tiempo que Daniel en Babilonia).
José tiene 39 años cuando se reencuentra con sus hermanos y luego con Jacob.
Ø  Jacob tiene 130 años.
Ø  Es el segundo de los 7 años de hambre: Génesis 45:11.
Ø  Es 1875 a.C., y unos 3 años antes había ascendido al trono Faraón Senusert III (1878-1841 a.C.)
José tiene 56 años cuando muere su padre Jacob en Egipto.
Ø  Jacob murió a los 147 años: Génesis 47:28.
Ø  Jacob vivió 17 años con José en Egipto: Génesis 47:28.
Ø  (José vivió sus primeros 17 años con Jacob en Mesopotamia y en Canaán; Jacob vivió sus últimos 17 años con José en Egipto.)
José muere en c. 1804 a.C. en Egipto a los 110 años: Génesis 50:26.
Ø  Había ascendido al trono, 37 años antes, el Faraón Amenemhat III (1841-1792 a.C.)
Ø  José vivió 54 años después de la muerte de Jacob.
Ø  Su cuerpo fue embalsamado y puesto en un ataúd, pero no fue sepultado.
Entre Génesis y Éxodo hay unos 280 años de silencio.
Ø  Moisés nació en 1525 a.C.
Ø  Moisés tenía 80 años cuando Israel salió de Egipto: Hechos 7:23, 30.
Moisés se llevó los huesos de José cuando Israel salió de Egipto: Éxodo 13:19.
Ø  El éxodo de Egipto se dio en 1445 a.C.
Ø  Los huesos de José tenían ya 360 años en el ataúd en Egipto.
Ø  Israel tardó 40 años en llegar a Canaán: Josué 5:6.
Ø  La conquista de Canaán, por medio de Josué, duró unos 7 años.
Ø  Josué, descendiente de José, también vivió 110 años: Josué 24:29-31
Ø  Dios usó a José para darle entrada a Israel a Egipto, y a Josué para darle entrada a Canaán.
Ø  Josué murió unos 8 años después de la conquista de Canaán en el año 1390 a.C.
Los huesos de José por fin son sepultados en Siquem, Canaán: Josué 24:32, en el año 1390 a.C.
Ø  Unos 415 años después de su muerte.
Ø  ¡Qué fe la de José! (Hebreos 11:22).

Pero, ¿entiendes lo que lees?


Pero, ¿entiendes lo que lees?

¿Qué significa la expresión “hay quien al presente lo detiene” en 2 Tesalonicenses 2.7?

“ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio”

Muchas han sido las sugerencias acerca de quién es el que detiene. Se trata de un conflicto espiritual y creemos que se requiere una Persona divina para satisfacer el contexto del pasaje. Nos parece que esto no admite las
dos teorías más comunes, que el que detiene es el Imperio Romano o es Satanás.

El primero no tiene el poder y el segundo no tiene el propósito. Marcos 3.25 reza: “si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede
permanecer”. Sugerimos que el Espíritu Santo en la Iglesia detiene al Hombre de Pecado que tiene Satanás. Éste a su vez será quitado, v. 7. Vemos esto como el Espíritu de Dios ausentándose junto con la iglesia en el arrebatamiento, cosa que no quiere decir que Él cesará a funcionar en el mundo sino que su modo de operación se revertirá a su actividad en los días del Antiguo
Testamento.

Sydney Maxwell, Truth & Tidings, 1978, p. 94

martes, 22 de octubre de 2019

El carácter de una asamblea local en el Nuevo Testamento.


El carácter de una asamblea local en el Nuevo Testamento.
                                                                                                        
Es importante notar cómo se presenta una asamblea local en el Nuevo Testamento. Aunque se usan algunos términos y figuras que también describen a la Iglesia Universal, es importante ver que son dos entes independientes el uno del otro. También, recuerde que es un ente de carácter espiritual primordialmente, que existe aún cuando no estemos reunidos.

1. Es una “iglesia” en Mateo 18.17. Es un organismo vivo, físicamente en el mundo pero espiritualmente separado de él, en devoción al Señor. Esta separación es de tipo moral, político y religioso. Como organismo vivo, la iglesia local oye (“dilo a la iglesia”) y habla (“si no oyere a la iglesia”).
2. Es un “rebaño” en Hechos 20.28. Necesita pastores que cuiden a las ovejas que la componen.
3. Es una “labranza” espiritual en 1 Corintios 3.9. Es el fruto de mucho trabajo y paciencia. Es un organismo al cual Dios le da crecimiento.
4. Es un “edificio” espiritual en 1 Corintios 3.9. Su plano de construcción está en el Nuevo Testamento.
5. Es un “templo” espiritual en 1 Corintios 3.17 en donde mora el Espíritu de
Dios.
6. Es una “nueva masa” en 1 Corintios 5.7 que debe evitar la contaminación por la levadura del pecado.
7. Es un organismo con cualidades corpóreas en 1 Corintios 12.27. O sea, aunque no es un cuerpo, en su
funcionamiento se asemeja a uno. (La Iglesia Universal es el cuerpo de Cristo, Colosenses 1.18).
8. Es una “carta de Cristo” en 2 Corintios 3.3, expedida por hombres.
9. Es una “virgen pura” en 2 Corintios
11.2 que se mantiene en devoción sólo al Señor.
10. Es una “casa” espiritual en 1 Timoteo 3.15 en donde habita el Dios viviente (no el local).
11. Es una “columna” en 1 Timoteo 3.15 que pone en alto la doctrina apostólica.
12. Es un “baluarte” en 1 Timoteo 3.15 en donde la verdad se defiende (Judas 3).
13. Es un “candelero” en Apocalipsis 1.20 que alumbra en testimonio para Dios en una localidad.
14. Es (será) la “corona”, figurativamente hablando, en Filipenses 4.1, del evangelista.

El suicidio en la Biblia


El suicidio en la Biblia
por Antonio Cruz, Bioética Cristiana, Editorial Clie, 1991.
El acto por el cual una persona se causa la muerte, con conocimiento y libertad suficiente, es lo que habitualmente se conoce el suicidio. Se trata de la mayor
violación que existe de la vida propia. Un gesto irreversible mediante el cual se rechaza la soberanía absoluta de Dios sobre la existencia humana.

Entre los griegos, los estoicos se caracterizaron por su defensa del suicidio. El filósofo Zenón de Elea se quitó la vida con el principal fin de demostrar sus teorías acerca del suicidio. También entre los pueblos celtas y romanos la acción de acabar con la vida propia llegó a considerarse como una demostración de valentía.

Así Séneca defendía la idea de que el hombre sabio puede demostrar mediante el suicidio su amor y fidelidad a la patria. Han sido bastantes los teóricos del suicidio a lo largo de la historia y, sobre todo, en la época moderna. Pensadores como Hume, Mentesque, Shopenhauer, Nietzsche o Durkheim, eran fervientes partidarios de renunciar a la vida cuando ésta ya no les fuera favorable ni satisfactoria.

En la actualidad son también numerosas las personas y entidades que defienden el derecho al suicidio libre y despenalizado. Se afirma, por ejemplo, que «en una
sociedad liberal, basada en el principio de la autonomía moral del individuo, la
ley no debería influir en evitar que en ciertas circunstancias la gente se quite
la vida.

En otras palabras, aunque el suicidio pudiera ser o no un pecado en algunas circunstancias, desde luego no debería ser un delito» (Charlesworth, 1996: 46). De manera que en el inicio del tercer milenio el suicidio tiende a convertirse casi en una institución social reivindicada por determinadas corrientes de pensamiento.

¿Cómo puede valorarse este asunto desde la Biblia? Ya se ha señalado en numerosas ocasiones que la vida humana, en la perspectiva de la Escritura, se concibe siempre como un don de Dios. Sólo el Creador tiene autoridad sobre la vida y la muerte de la criatura. Es, por lo tanto, el verdadero propietario que la concede en usufructo para que el ser humano la administre y rinda cuentas al final de su buena o mala gestión.

Esta creencia de los cristianos primitivos supuso una colisión frontal contra la cultura del suicidio que predominaba en el mundo pagano.

A pesar de que, en general, el suicidio es raro en la Biblia, no obstante en las
páginas del Antiguo Testamento se describen algunos casos famosos en los que determinados personajes se quitaron la vida. Abimelec es uno de los primeros (Jue 9:53-54). Cuando estaba intentando quemar la puerta de una torre, durante el transcurso de una sublevación cananea, cierta mujer le arrojó un pedazo de rueda de molino y le rompió el cráneo. La deshonra que esto suponía para él le hizo pedir a su propio escudero que lo atravesara con la espada. Algo parecido ocurrió con Saúl y su escudero (1 S 31:3-5).

También Ahitofel se ahorcó cuando comprobó que Absalón no había seguido su consejo (2 S 17:23). Zimri, el comandante del rey Asa, después decerciorarse de que sus intrigas habían salido mal, se encerró en el palacio real, le prendió fuego y murió quemado (1 R 16:18). Sansón, no sólo se vengó de tres mil filisteos derrumbando la casa donde se reunían, sino que él mismo pereció también en aquella hazaña (Jue 16:27- 30). Incluso en el Nuevo Testamento se relata el suicidio de Judas Iscariote después de traicionar al Señor Jesús (Mt 27:5). ¿Cómo explicar todas estas acciones contra la vida propia?

La ley mosaica del Antiguo Testamento no se refiere directamente al suicidio
porque lo contempla dentro del homicidio. Si la muerte provocada a otra persona estaba condenada bajo la ley de Dios, ¡cuánto más reprobable será matarse uno mismo! Estos acontecimientos bíblicos no constituyen la norma, ni tampoco suponen una aprobación de la conducta suicida, sino que por el contrario el pueblo judío despreciaba a quienes se quitaban deliberadamente la vida.

El ejemplo de Job es suficientemente revelador al respecto. Cuando está atravesando los peores momentos de su vida es capaz de gritar: «¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?...Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría» (Job 3:11, 13). Sin embargo, a pesar de sus calamidades y sufrimientos jamás contempla el suicidio como una opción éticamente aceptable.

Los casos que figuran en la Biblia son simples constataciones históricas de hechos puntuales que desgraciadamente ocurrieron pero que, de ningún modo, son moralmente aprobados. El suicidio es para el hombre bíblico una clara violación del quinto mandamiento del Decálogo, ya que sólo Dios tiene poder y es
soberano sobre la vida humana.

Como afirma el apóstol Pablo en su carta a los romanos: «Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos» (Ro 14:7-8).

Pero nuestra vida y nuestra muerte no sólo afectan al Dios Creador y a nosotros mismos, sino también a las demás personas con quienes convivimos. No habitamos dentro de una burbuja aislada. Nadie vive sólo para sí, de ahí que el hecho de que quitarse la vida tenga también repercusiones negativas sobre los
demás.

Como escribe Hans Jonas: «Puedo tener responsabilidad por otros cuyo bienestar depende del mío, por ejemplo como mantenedor de mi familia, como madre de niños pequeños, como titular decisivo de una tarea pública, tales responsabilidades limitan sin duda no legalmente, pero sí moralmente, mi libertad de rechazar la ayuda médica. Son por su esencia las mismas consideraciones que restringen también moralmente mi derecho al suicidio» (Jonas, 1997: 161). Desde la visión bíblica el suicidio es moralmente tan inaceptable como el homicidio.

viernes, 4 de octubre de 2019

Mirando hacia adelante,


Mirando hacia adelante,
31 de diciembre de 2018
¡Qué rápido se ha acabado el año viejo y qué pronto ha llegado el nuevo! Mirando hacia atrás, decimos con Samuel: “Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 S 7.12). Mirando hacia adelante, decimos: “En tu mano están mis tiempos” (Sal 31.15). En medio de los dos tiempos miramos hacia arriba, hacia Aquel que ha de venir, “[que] vendrá y no tardará” (He 10.36). ¡Qué maravilloso año sería si fuera el de la venida de nuestro amado Salvador!
En Josué 1, Josué y los israelitas estaban frente a la tierra prometida. Moisés ya había muerto y también casi toda su generación; murieron fuera de sus fronteras. Moisés (la ley) no pudo hacer entrar al pueblo de Dios a su herencia. Se necesitaba a Josué (o Jesús en griego), representante de la gracia, el principio de poder. “El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Ro 6.14).

Le esperaban a Josué obstáculos imposibles, enemigos fuertes y la tremenda responsabilidad de dos o tres millones de personas. Dos veces Dios le dio la promesa de su presencia (vv 5, 7). Tal promesa le fue dada a Jacob cuando huía de su hermano (Gn 28.15), así como a los hijos de Israel poco antes de la muerte de Moisés (Dt 31.6, 8), a Salomón antes de edificar el templo (1 Cr 28.20), y a los hebreos a punto de sufrir mucha persecución (He 13.5). Cristo se la dijo a sus discípulos al mandarlos a evangelizar un mundo perdido: “Y he aquí que estoy yo con vosotros siempre, hasta la consumación del siglo” (Mt 28:20 VM). Grandes retos requieren grandes recursos.

Tres veces en Josué 1 la misma palabra hebrea describe la tierra como regalada: v. 2 “doy”, v. 3 “entregado”, y v. 6 “daría”. No obstante, tuvieron una gran pelea para poseerla. ¡Imagínese que algún amigo le regala un helicóptero de juguete pero nunca lo abre, ni lo saca, ni lo prueba y al final lo pone en un clóset! ¡Imagínese tener una casa regalada sin jamás habitarla! ¿Así es Cristo, la Biblia, la asamblea, la herencia espiritual para usted? Josué tuvo que repartir la tierra a las nueve tribus y media. Gracias a Dios por hombres capaces que nos ayudan a disfrutar nuestra porción en Cristo.

Dios le prometió a Israel su protección para prevalecer contra sus enemigos (v. 5). Aunque fallamos, no estamos destinados al fracaso. Al contrario, somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó (Ro 8.37).

¡Josué, tú eres un líder! ¡Practica lo que predicas! Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó (v. 7). No podemos conducir a otros por un camino por donde no vamos nosotros mismos primero.

¡La palabra es primordial! Nunca (continuamente) se apartará de tu boca (conversacionalmente) este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él (contemplativamente), para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito (cumplidamente); porque entonces harás prosperar tu camino (crecidamente), y todo te saldrá bien (contentamente), (v. 8).

Dios le dijo a Josué que pasara el Jordán, algo completamente imposible (v. 2). Josué no sabía cómo, pero les dijo a los oficiales que en tres días lo iban a cruzar (v. 11). No titubeó en incredulidad, pues el justo vivirá por la fe (He 10.28). En 2018 lo imposible es hecho posible porque Él mismo ha dicho: “NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ, de manera que decimos confiadamente: “EL SEÑOR ES EL QUE ME AYUDA; NO TEMERÉ. ¿QUÉ PODRÁ HACERME EL HOMBRE?” (He 13.5, 6 NBLH).
Por Tomás Kember

Las 16 piedras en la vestimenta del sumo sacerdote


24 de febrero de 2012
1- En los hombros llevaba dos piedras de ónice, con los nombres de seis tribus en cada piedra (Éxodo 28:9).
2 – En el pecho (en el pectoral) llevaba 12 piedras diferentes, cada una con el nombre de una tribu (Éxodo 28:15).
3. En una especie de bolsa en el pectoral llevaba dos piedras (Urim y Tumim, Éxodo 28:30). Una manera de traducir «Urim y Tumim» es «luces y perfecciones».
Las 2 en los hombros hablan del poder con que nos guarda – la salvación es segura, no se puede perder.
12 en el pecho hablan del amor con que nos ama. Todos somos diferentes, pero a todos nos lleva sobre su corazón.
2 piedras escondidas en el pectoral, nos hablan de la manera en que nos guía, su voluntad.
Tu Gran Sumo Sacerdote, Cristo, te guarda, te ama, y te guía. Piensa en el cuidado, el cariño, y el camino que tiene para ti.


«El que gana almas es sabio», Proverbios 11.30



Cristo frecuentaba los lugares en los cuales encontraría a los inconversos. Él entendía algo que muchos creyentes aún no parecen comprender. El buen agricultor necesita salir al campo para cultivar la tierra. El buen pescador busca las aguas en las cuales abundan los peces.
De acuerdo a un conteo, los Evangelios registran 132 ocasiones en que Cristo entabló contacto personal con individuos. Solamente se registran 6 ocasiones en el Templo, 4 en las sinagogas, pero 122 casos en el ir y venir de las actividades cotidianas de la vida.
J. K. Johnston (Gracias a Ryan Langley, de Langley, Canadá)
15 de febrero de 2012


Serie: Mandamiento Bíblico

Estos son los animales que comeréis,   no comeréis éstos:”, v. 2-3. Levítico 11. 1-8, 43-47; 1 Timoteo 4, 3-4. Leer. En Levítico 11 tene...