jueves, 12 de diciembre de 2019

¿Lo Que Preguntan?


¿Lo Que Preguntan?

Alguien planteo la siguiente situación: Tiene poco tiempo de casados y sus suegros le están ofreciendo en calidad de regalo tanto a ella como a su esposo una casa que está ubicada justo al frente de la casa donde viven los suegros.
La única condición para hacer efectivo este regalo es que la pareja viva en aquella casa, caso contrario los suegros venderían la casa a otra persona. A nuestra amiga  le preocupa el hecho que los suegros insistan en que la pareja viva cerca de ellos. Tiene temor de que con el correr del tiempo los suegros se inmiscuyan en los asuntos propios de la pareja. No sabe si sea sabio aceptar o no este regalo. El esposo desea hacerlo, pero él también tiene sus dudas. Piden orientación.

Por lo que puedo percibir en su pregunta, usted tiene conocimiento de lo que la Biblia enseña en cuanto al principio de separación entre la pareja y sus respectivos suegros.
Note lo que dice Génesis 2:23-25. Dijo entonces Adán: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. Dios vio que no era bueno que el hombre esté solo”. Por eso hizo uso de su poder para tomar una de las costillas del hombre y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. El hombre estaba tan entusiasmado con la mujer que Dios le había dado que presa de emoción dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona; porque del varón fue tomada”.

En este punto, el hombre debe haberse dispuesto a tomar a la mujer, pero antes de ello, era necesario que Dios deje establecido para la posteridad esa institución llamada matrimonio.  El matrimonio implica: un dejar, un unirse y un ser una sola carne. Por ahora nos interesa el dejar. El texto dice: “Dejará el hombre a su padre y a su madre”. Por extensión, dejará la mujer a su padre y a su madre. El principio no es solo para el hombre sino también para la mujer.

El verbo dejar es un verbo que denota hacer un corte total. Es comparable a la acción de cortar el cordón umbilical en un bebé que acaba de nacer. Hasta antes de casarse, tanto el hombre como la mujer estaban, por decirlo así, unidos a sus respectivos padres, por una especie de cordón umbilical. Había un fuerte vínculo de dependencia hacia los respectivos padres. Para que el matrimonio funcione bien, es necesario hacer un corte de este vínculo, tanto en lo material como en lo emocional.

En el plano material, el hombre y la mujer deben dejar de depender económicamente de sus respectivos padres, deben dejar de vivir en la casa de sus respectivos padres.
En el plano emocional, el hombre y la mujer deben dejar de depender de sus padres.  El significado, la seguridad, la confianza, deben buscarlo primeramente en Dios y luego en el esposo o en la esposa.

Cuando se viola este principio básico de separación se está abriendo la puerta a una infinidad de problemas dentro del matrimonio. Como bien afirma el viejo refrán: El que se casa busca su casa y canasta para la plaza. Seguramente usted sabe muy bien sobre esto y de allí surge su duda, pero sentí del Señor mencionarlo para beneficio de nuestros.

Ahora aplicando esto a su caso particular, gracias a Dios que tiene suegros generosos e interesados en su bienestar general. El dejar padre y madre no tiene nada que ver con olvidar o ignorar a los padres o a los suegros. Tampoco tiene que ver con vivir lo más lejos de ellos. Como ya mencioné tiene que ver con cortar fuertes vínculos tanto en lo material como en lo emocional. Perfectamente se puede vivir cerca de los suegros o de los padres pero totalmente independientes de ellos en lo material o en lo emocional.

Así que, mi consejo es que agradezca primeramente a Dios y luego a sus suegros por su disposición a regalarle esa casa. Acepte esa casa y viva en esa casa honrando al Señor, poniendo al Señor Jesucristo como el centro del hogar y dialogue con su esposo para juntos, si fuere del caso, rechazar con tino, amor y amabilidad cualquier intento de parte de sus suegros por inmiscuirse en los asuntos propios de su familia. Si ustedes no dan ocasión para que los suegros se inmiscuyan en las decisiones de la familia no habrá ningún problema, aunque estén viviendo frente a frente.

Su esposo jamás debería ir con chismes a la casa de los padres de él y usted jamás debería ir con chismes a la casa de sus padres. En caso de conflictos domésticos, que de paso son inevitables en toda pareja, jamás permitan que los respectivos padres tengan parte activa. Si son sabios manejando su independencia no habrá problema a pesar de estar tan cerca de sus suegros.



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