Personajes del Antiguo Testamento. N° 29.
Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Barzilai, premiado por su lealtad
Barzilai no ocupa
mucha narrativa en los Escritos Sagrados, pero trozos cortos lo proyectan como
sobresaliente en su lealtad y liberalidad, y hablan también del galardón que
recibió a manos de David. En 2 Samuel 17 leemos que era hombre muy rico, pero
es evidente que era más que rico.
Mientras David estaba
firme en su trono y ningún hijo rebelde se levantaba para atentar contra su
soberanía, no era difícil ser fiel al rey, pero la cosa era diferente cuando
David "subió la cuesta de los Olivos, y la subió llorando", huyendo
de su hijo rebelde Absalón. Ahora David no fue bien recibido dondequiera que
fuera, sino rechazado. Ya no se cantaba: "Saúl hirió a sus miles, y David
a sus diez miles". En una época recibía el homenaje de diez de las tribus
de Israel, pero ahora era un marginado, contando con solo un grupo reducido de
seguidores, y no se sabía qué guardaba el futuro.
"El pueblo era
hambriento, y cansado y sediento en el desierto", 17.29. David había
venido con ellos a Mahanaim, el lugar de "dos huestes" donde más de
setecientos años antes el ángel de Jehová se presentó a Jacob en su huida de
Labán. David había tocado fondo cuando Sobi, Maquir y Barzilai lo encontraron y
declararon claramente su apoyo. Sin duda habían oído de la suerte del rey, y
vinieron voluntariamente por lealtad a él. El primero de ellos era descendiente
de Amnón y el segundo había sido un amigo cercano de la familia de Saúl cuando
David asumió el mando; Mefi-boset encontró abrigo en su casa. Lo único que
sabemos del tercero, Barzilai, es que era galaadita, anciano y varón destacado.
Estos tres trajeron
lo que sabían que David y sus hombres necesitarían; a saber, camas, utensilios
y alimentos. No era poca cosa y David no olvidaría su labor de amor.
No leemos más acerca
de los primeros dos en relación con esta liberalidad, pero Barzilai "pasó
el Jordán con el rey, para acompañarlo al otro lado del Jordán", 19.31. Lo
hizo a la edad de 80 años porque quería dar la bienvenida personalmente al rey
en su regreso del exilio. Él se acordaría del reinado de Saúl y la victoria de
David sobre el gigante en el valle de Ela, unos cuarenta años antes. Se
acordaría también del trato de Saúl con David, y después el reinado próspero de
este hijo de Isaí, y ahora en la vejez deseaba manifestar su lealtad al ungido
de Dios.
David quería mostrar
su gratitud, y le invitó al anciano acompañarle a Jerusalén y comer a su mesa,
19.33, pero éste declinó la invitación debido a su edad, y no por sentirse
independiente. Quizás le impresionó la palabra conmigo en boca de David, y sin duda agradecería la invitación
personal. Pero Barzilai no había dado con el ánimo de recibir, por mucho que
merecía un galardón.
Su mente estaba clara
aún, y se le ocurrió una alternativa. "Pasará tu siervo un poco más allá
del Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar el rey tan grande
recompensa?" Y agregó: "He aquí tu siervo Quimam; que pase él con mi
señor el rey, y haz a él lo que bien te pareciere", vv 36, 37. Esto le
agradó a David, y difícilmente podía negar la solicitud. Respondió: "Pues
pase conmigo Quimam ..."
Debemos tener
presente por cuánto tiempo David tuvo en mente lo que Barzilai había hecho por
él. No sólo le asignó a Quimam un lugar delante de él en Jerusalén, sino
también una residencia en la ciudad donde el rey había nacido, ya que leemos en
Jeremías 41.17: "... habitaron en Gerut-quimam, que está cerca de
Belén".
El criterio general
es que Quimam era hijo de Barzilai, una opinión que está fortalecida por la
carga de David a Salomón acerca de Joab: "No dejarás descender sus canas
al Seol en paz", a lo cual añadió: "Mas a los hijos de Barzilai
galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque
ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu
hermano", 1 Reyes 2.6, 7. Mientras David vivía, y aun en su postrimería,
él se acordaba de Barzilai. Por grato que haya sido el donativo traído por
Sobi, Maquir y Barzilai, más aun fue la lealtad y el afecto que lo motivaron.
Los honores
reservados para los hijos del anciano galaadita apuntan a lo que está reservado
para nosotros. Dios no es injusto para olvidar nuestra obra de amor, si la
hemos hecho con miras a la honra del nombre suyo.
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