ENERO 2. “EL PAN… DE
CADA DIA”, MATEO 6: 11.
“Levantándose
muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y
allí oraba”. Marcos 1:35.
El
bendito Señor Jesús nos muestra el gran hábito sano de buscar la presencia del
Señor en oración antes de iniciar las actividades cotidianas del trajinar en
este mundo. El iniciaba el día ocupado en oración a Dios su Padre, cultivando
esa dulce comunión. Parece que se ponía muy de acuerdo con su Padre para los
propósitos a realizarse en cada día, debido a que cada día había diferentes
necesidades que atender, lugar donde ir, personas con quien encontrarse,
consuelo necesario a quien dar, enseñanzas que impartir y quizás dudas que
aclarar. El nos muestra lo necesario de empezar el día con oración al Padre,
mantener esa comunión y conocer su bendita voluntad.
El
no era un creyente que se desplazaba al azar, a lo primero que se ocurriera
hacer, hablar, o ir. Su fortaleza espiritual iniciaba “muy de mañana”,
fortalecerse “en el Señor, y en el poder de su fuerza”. (Efesios 6:10).
El
nos marco la pauta para seguir sus pisadas. Todo creyente debemos iniciar el día en oración, en un lugar aparte libre de
perturbación y distracción. Cuan peligroso es hacer todo lo contrario!, no
conozco a un creyente que inicia el día, y el día concluya bien en victoria. En
la mayoría no concluyen bien, faltas que
confesar, pecado que reconocer con vergüenza, peligro que hemos estado por
nuestra propia imprudencia, y en algunos casos terminan sucumbiendo en la derrota espiritual,
alejándose del Señor.
El
Señor nos guarde de semejante descuido en la oración; en su Palabra nos insta a
orar “en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en
ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:1),
“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5: 17). Oremos y seremos guardamos de todo
mal en este mundo malo.
Stanley Hernandez
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