jueves, 30 de julio de 2020


14  APRENDIENDO DE LA BIBLIA.
Con la pregunta: "¿Es lícito dar tributo a César, o no?", los judíos intentaron atrapar a Jesús en la explosiva lucha política de su tiempo.
Básicamente querían que Jesús haga lo que cualquier político de su tiempo haría, esto es tomar partido bien sea por los judíos o por los romanos, pero Jesús les contestó: "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" según Mateo 22:17-21.
De esta manera, el Señor Jesús enseñó el respeto a las autoridades terrenales y la obligación de pagar los impuestos que imponen sin descuidar por supuesto que en el fondo los judíos debían lealtad a Dios por ser su pueblo escogido.
Por otro lado, el Señor Jesús habló muy duro en contra de los ricos. Dijo: "difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos" según Mateo 19:23.
Sin embargo, nunca habló de organizar una revolución para eliminar la pobreza, como tal vez haría un político. También es digno de notar que Jesús jamás incitó al pueblo a organizarse en contra de la injusticia, más bien enseñó diciendo: "No os preocupéis por lo que habéis de comer... vuestro Padre sabe que tenéis necesidad..." según Lucas 12:29,30.
Esto jamás haría un político, porque de por sí, la política piensa que tiene la llave para resolver el problema de la injusticia social.
Algunas personas consideran a Jesús como el primer comunista porque enseñó la igualdad entre los seres humanos, pero en el sentido de amar al prójimo y ayudar al necesitado.
Esto nada tiene que ver con teorías económicas como el comunismo, o el socialismo o el capitalismo. Cristo no se hizo partidario de ningún sistema económico. Jesús jamás se unió a la lucha de las clases.
Habló con un rico cobrador de impuestos llamado Zaqueo y al escuchar el mensaje de Cristo, Zaqueo declaró: "La mitad de mis bienes doy a los pobres" De igual manera Jesús habló con ciegos, leprosos y proscritos de la sociedad. Jesús trató con todos por igual.
El Señor Jesús jamás luchó para cambiar las leyes civiles. Al contrario, luchó para cambiar los corazones. Enseñó mucho sobre la obligación de ayudar a los pobres, no por la fuerza, ni por el cambio del sistema político-económico, sino por medio del amor de Dios derramado en sus corazones.
Jesús rehusó entrar en la lucha por los "derechos humanos". Todo su interés lo puso en los deberes humanos.


Una vez pretendieron las multitudes apoderarse de Jesús para hacerle rey. Pero Jesús rotundamente rehusó aceptar este poder político. Al día siguiente Jesús condenó a todos los materialistas, llámense comunistas, socialistas, o capitalistas, sean ricos o pobres.
Dijo: "Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece" según Juan 6:15, 27.
Más tarde explicó: "Mi reino no es de este mundo" según Juan 18:36. El reino del Señor Jesús no es político; es espiritual, es del corazón.
Cristo no vino para reformar los gobiernos del mundo. Al contrario, Cristo vino para cambiar a los hombres individualmente. "Vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" según Lucas 19:10.
Vino a prepararnos para la muerte y el encuentro con nuestro Dios. Para esto era necesario que muera en la cruz, tomando el lugar del pecador. ¿Qué político está dispuesto a sacrificarse por alguno de quien no puede obtener nada a cambio?
Bueno el Señor Jesús lo hizo. A la luz lo expuesto, que no es todo lo que se podría argumentar, es obvio que Jesús de ninguna manera fue un político de su tiempo.
-- srhr


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