jueves, 22 de febrero de 2018

Gedeón, hombre fuerte y valiente

Personajes del Antiguo Testamento.        N° 22.

Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
 en los años 1970 en la revista Truth & Tidings

Gedeón, hombre fuerte y valiente

El sentido del nombre Gedeón es uno que tumba, y esto es lo que Gedeón llegó a ser bajo la mamo de Dios. Veamos brevemente algunos de sus características.
El primer punto de interés es su oscuridad. Dios levantó a trece hombres para liberar a Israel en los días de los Jueces, pero ni uno era de la aristocracia. Este hombre dijo: "Mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre", Jueces 6.15. El mensajero angelical de parte de Dios lo encontró sacudiendo trigo en un lagar para que los madianitas no le quitaran lo poco que había segado. Por poco los madianitas y los amalecitas habían despojado a la tierra, llevando los animales y las cosechas.
El ángel encontró a Gedeón en Ofra, que quiere decir polvo o polvoriento. Gedeón comprendía plenamente el reproche que estaba sobre el pueblo de Dios y lo encontramos en el lugar del polvo. Allí el ángel le saludó con las palabras: "Jehová está contigo, varón esforzado y valiente". Al ojo humano él hubiera parecido todo lo contrario, pero 1 Samuel 16.7 nos asegura que "Jehová no mira a lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón".
Su humildad es otra característica notable. Está registrado que Jehová le dijo: "Vé con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas". Y respondió Gedeón: "Ah, Señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre ..." Pero el visitante celestial no estaba interesado en esta debilidad confesa, sino en que el hombre se dio a sacudir a mano un poco de trigo en medio de aquella pobreza. Dios vio en esta ocupación escondida las cualidades escondidas que Él iba a emplear. Y así ha sido siempre; "El levanta del polvo al pobre ... para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor", 1 Sa-muel 2.8.
Gedeón recibió su comisión: "Vé ..." y "¿No te envío yo?" Era solamente humano, un hombre sujeto a las mismas pasiones que nosotros, de manera que quería una señal que Dios lo había llamado de veras. Además, sería necesaria más preparación antes de emprender la gran obra que Dios tenía por delante para él. Gedeón no se dejó convencer fácilmente, y pidió las señales que quería y que confirmaron su fe.
No obstante los reparos que él percibía, puso su confianza en la confirmación que Dios le dio. En todo esto hay lecciones importantes para nosotros. A menudo Dios llama a su servicio a aquellos que son casi desconocidos. Muchas veces ellos confiesan indignidad e incapacidad propia, y requieren no poca ratificación de su llamamiento. Necesariamente habrá penalidades y pruebas para prepararlos adecuadamente para la obra por delante. Dios no pone como maestros a aquellos que han sido instruidos nada más que en el saber humano, sino de hombres y mujeres que en el pasado fueron llamados a abrir surcos nuevos para el evangelio y conocer los contratiempos que esto conlleva. La experiencia no tiene sustituto. Gedeón, hemos visto, se ocupaba en preparar alimento para sí y estaba ejercitado acerca de lo que veía en derredor.
Era hombre obediente. El servicio auténtico para Dios comenzará siempre con destronar a todo ídolo en el corazón de uno, y en el caso de Gedeón el valor tenía que ser puesto por obra en casa. Pablo, en su discurso de despedida de los ancianos efesios, les exhortó: "Mirad a vosotros mismos". Esto vino antes de mencionar su responsabilidad a la grey. El padre de Gedeón había levantado un altar a Baal, y debía ser quitado. Así Gedeón, "el que tumba", fue de noche e hizo como el Señor mandó. "He aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortada la imagen ... que estaba junto a él".  ¡El hombre estaba a la par de su nombre!
Esto perturbaba al pueblo; aparentemente había algo en Gedeón que les hizo sospechosos. Consultaron entre sí y sentenciaron a Gedeón a morir. Pero Dios estaba con su servidor. Su padre, Joás, aparentemente reconoció su pecado e idolatría, y de una vez defendió a su hijo de una manera prudente. "¿Contenderás vosotros por Baal?  Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar". El sentido de Joás es "el Señor ayuda". Esta iniciativa pública de Gedeón lo puso ante la mirada del pueblo.
La fe era otra de sus cualidades sobresalientes. Pronto estaba ante una crisis: "Los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos en el valle como langostas". El audaz hombre de valor se acordó de las palabras del Señor: "Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre". Como resultado de esto, Gedeón tocó una trompeta y pronto contaba con un ejército de 32 000 hombres. Pidió más consejo a Dios. Obsérvese que tres veces emplea la palabra si en Jueces 6: "si Jehová está con nosotros",
v. 13;  "si he hallado gracia delante de ti", v. 17;  "si has salvar a Israel por mi mano", v. 36.
Sigue el conocido relato del vellón. Por fin Gedeón estaba dispuesto a salir contra la hueste de madianitas, pero primero tenía que aprender otra lección. Dijo Dios: "El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado". Entonces el ejército quedó disminuido: 22 000 que eran temerosos volvieron a casa, quedando sólo 10 000. Es humillante reconocer que las dos terceras partes de aquellos que se ofrecieron para la guerra volvieron atrás cuando puestos a prueba. Y así fue en los días del Señor: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él", Juan 6.66. Esto sucedió cuando Él echó un poco de sal en su ministerio, y frecuentemente es el caso en nuestros días; el precio es más de lo que algunos están dispuestos a pagar.
Si Gedeón hubiera contado con 32 000 para la pelea, posiblemente Dios hubiera sido robado de su gloria. Dios le dijo al principio: "Vé en esta tu fuerza", y él contaría con el apoyo de Dios y no del hombre. Y ahora otro mensaje: "Aún es mucho el pueblo; llévalos al agua, y allí los probaré". Se doblaron sobre sus rodillas 9 700 de ellos, poniendo la mano a la boca para beber agua. 300, en cambio, se quedaron parados y lamieron llevando el agua con la mano a su boca. La lección es esta: 9 700 estaban pensando en función de beber agua pero solamente 300 querían estar listos siempre para actuar por Dios. Gedeón estaba bajo severa prueba, su ejército reducido a solamente 300. No pidió otra señal, pero Dios le animó de una manera muy singular.
La batalla decisiva estaba por librarse, y Dios le dijo en la noche: "Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos". Dios usó el sueño de un soldado madianita para mostrar cómo la victoria sería realizada, y Gedeón escuchaba cuando éste relataba su sueño a un compañero. "Veía un pan de cebada que rodaba  hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó". El compañero respondió: "Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón ... Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento". Gedeón ha debido estar conmovido al oir la mención de su nombre y el de su padre.
De esta manera extraña Dios lo dio ánimo a su siervo. El pan de cebada era el alimento de los pobres. El mensajero celestial le había dicho a Gedeón que iba a salvar a Israel de la mano de los madianitas, y este hombre había protestado que era demasiado pobre. Dios oyó y ahora le muestra que está por usar la pobreza y la debilidad, en vez de un gran ejército, para derrotar al enemigo. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos". Él era suficientemente humilde como para ser ese pan de cebada, y fue fortalecido por el hecho de que lo representaba como siendo usado de Dios para conquistar la hueste de Madián.
Con este aliento Gedeón se dispuso a entrar en la batalla. Esa misma noche él comenzó, sin más demoras. Dividió su pequeña tropa en tres compañías de cien hombres cada una. Cada uno estaba armado de la misma manera: en una mano un cántaro de barro que tenía una tea por dentro, y en la otra mano una trompeta. No portaban ni espada ni lanza, sino esas armas tan extrañas con que enfrentar un ejército tan numeroso como langostas. Los trescientos rodearon al campamento, dejando abierta una brecha por donde el enemigo podría volver por la misma vía en que llegó. Repentinamente, los madianitas dormidos fueron despertados por la descarga de trescientas trompetas y por el brillo de trescientas lámparas.
¡Pandemonio! Los madianitas no podían distinguir entre los suyos y los israelitas, y se auto destruyeron "en todo el campamento". Un detalle que debemos notar es que cada uno de los hombres de Gedeón se quedó firme en su lugar. Hubo confusión entre los madianitas, pero no así en los tres escuadrones.
El apóstol emplea este incidente en 2 Corintios 4. Les dice a los santos que "Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo". Y prosigue: "Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros". La luz brilla a través del cántaro. A veces el vaso es costoso y tenemos que romper lo que más apreciábamos para dejar brillar nuestra luz.
Aun cuando Dios le dio la victoria a Gedeón, nuestro esbozo de su vida tiene que terminar con una mención de su defección. "Gedeón hizo ... un efod, el cual hizo guardar en su ciudad [Ofra]; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa".
Hay mucha diferencia de criterio sobre por qué él hizo esto. El efod de oro era un componente de la vestidura del sumo sacerdote. Lo cierto es que Gedeón no tenía ninguna palabra de Dios para justificar hacer uno. Desde luego, tenía ya su altar, y Dios le había instruido ofrecer un sacrificio sobre él, pero esto no justificaba hacer un efod.
No pensamos que este hombre valeroso tenía la intención de apartar al pueblo de Dios, pero lo hizo. Sus hermanos deseaban hacerle rey, pero él sabía mejor y negó la propuesta. "Jehová señoreará sobre vosotros", replicó. Él rechazó aquella oferta, pero aceptó sus aportes de zarcillos, y con estos hizo el efod.
No se nos dice qué era su objetivo, pero está dicho claramente que descarrió al pueblo de Dios. Gedeón, como muchos otros, se alejó en su madurez. Algunos que han corrido bien la carrera cristiana llegan a introducir innovaciones en su servicio por el Señor. Prácticas que superficialmente han parecido acertadas se vuelven pasaderas de alejamiento de la senda recta de la Palabra. Gedeón había derrumbado un altar y cortado un bosquecillo idolátrico, pero ahora, posiblemente sin querer, él vuelve a construir lo que había eliminado. Es un fin triste para un hombre bueno, y desde entonces muchos han comenzado bien, continuado bien, pero no terminado bien.
"Murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez ... pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse tras los baales". ¿Fue en parte el resultado del cambio de proceder de Gedeón? Ha podido ser.


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