Personajes del Antiguo Testamento. N° 22.
Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Gedeón, hombre fuerte y valiente
El sentido del nombre
Gedeón es uno que tumba, y esto es lo que Gedeón llegó a ser bajo la mamo de
Dios. Veamos brevemente algunos de sus características.
El primer punto de
interés es su oscuridad. Dios levantó a trece hombres para liberar a Israel en
los días de los Jueces, pero ni uno era de la aristocracia. Este hombre dijo:
"Mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi
padre", Jueces 6.15. El mensajero angelical de parte de Dios lo encontró
sacudiendo trigo en un lagar para que los madianitas no le quitaran lo poco que
había segado. Por poco los madianitas y los amalecitas habían despojado a la
tierra, llevando los animales y las cosechas.
El ángel encontró a
Gedeón en Ofra, que quiere decir polvo o polvoriento. Gedeón comprendía
plenamente el reproche que estaba sobre el pueblo de Dios y lo encontramos en
el lugar del polvo. Allí el ángel le saludó con las palabras: "Jehová está
contigo, varón esforzado y valiente". Al ojo humano él hubiera parecido
todo lo contrario, pero 1 Samuel 16.7 nos asegura que "Jehová no mira a lo
que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón".
Su humildad es otra
característica notable. Está registrado que Jehová le dijo: "Vé con esta
tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas". Y respondió
Gedeón: "Ah, Señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi
familia es pobre ..." Pero el visitante celestial no estaba interesado en
esta debilidad confesa, sino en que el hombre se dio a sacudir a mano un poco
de trigo en medio de aquella pobreza. Dios vio en esta ocupación escondida las
cualidades escondidas que Él iba a emplear. Y así ha sido siempre; "El
levanta del polvo al pobre ... para hacerle sentarse con príncipes y heredar un
sitio de honor", 1 Sa-muel 2.8.
Gedeón recibió su
comisión: "Vé ..." y "¿No te envío yo?" Era solamente
humano, un hombre sujeto a las mismas pasiones que nosotros, de manera que
quería una señal que Dios lo había llamado de veras. Además, sería necesaria
más preparación antes de emprender la gran obra que Dios tenía por delante para
él. Gedeón no se dejó convencer fácilmente, y pidió las señales que quería y
que confirmaron su fe.
No obstante los
reparos que él percibía, puso su confianza en la confirmación que Dios le dio.
En todo esto hay lecciones importantes para nosotros. A menudo Dios llama a su
servicio a aquellos que son casi desconocidos. Muchas veces ellos confiesan
indignidad e incapacidad propia, y requieren no poca ratificación de su
llamamiento. Necesariamente habrá penalidades y pruebas para prepararlos adecuadamente
para la obra por delante. Dios no pone como maestros a aquellos que han sido
instruidos nada más que en el saber humano, sino de hombres y mujeres que en el
pasado fueron llamados a abrir surcos nuevos para el evangelio y conocer los
contratiempos que esto conlleva. La experiencia no tiene sustituto. Gedeón,
hemos visto, se ocupaba en preparar alimento para sí y estaba ejercitado acerca
de lo que veía en derredor.
Era hombre obediente.
El servicio auténtico para Dios comenzará siempre con destronar a todo ídolo en
el corazón de uno, y en el caso de Gedeón el valor tenía que ser puesto por
obra en casa. Pablo, en su discurso de despedida de los ancianos efesios, les
exhortó: "Mirad a vosotros mismos". Esto vino antes de mencionar su
responsabilidad a la grey. El padre de Gedeón había levantado un altar a Baal,
y debía ser quitado. Así Gedeón, "el que tumba", fue de noche e hizo
como el Señor mandó. "He aquí que el altar de Baal estaba derribado, y
cortada la imagen ... que estaba junto a él". ¡El hombre estaba a la par de su nombre!
Esto perturbaba al
pueblo; aparentemente había algo en Gedeón que les hizo sospechosos.
Consultaron entre sí y sentenciaron a Gedeón a morir. Pero Dios estaba con su
servidor. Su padre, Joás, aparentemente reconoció su pecado e idolatría, y de
una vez defendió a su hijo de una manera prudente. "¿Contenderás vosotros
por Baal? Si es un dios, contienda por
sí mismo con el que derribó su altar". El sentido de Joás es "el
Señor ayuda". Esta iniciativa pública de Gedeón lo puso ante la mirada del
pueblo.
La fe era otra de sus cualidades sobresalientes. Pronto
estaba ante una crisis: "Los madianitas, los amalecitas y los hijos del
oriente estaban tendidos en el valle como langostas". El audaz hombre de
valor se acordó de las palabras del Señor: "Ciertamente yo estaré contigo,
y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre". Como resultado de
esto, Gedeón tocó una trompeta y pronto contaba con un ejército de 32 000
hombres. Pidió más consejo a Dios. Obsérvese que tres veces emplea la palabra si en Jueces 6: "si Jehová está con
nosotros",
v. 13; "si he hallado gracia delante de ti", v. 17; "si has salvar a Israel por mi mano", v. 36.
v. 13; "si he hallado gracia delante de ti", v. 17; "si has salvar a Israel por mi mano", v. 36.
Sigue el conocido
relato del vellón. Por fin Gedeón estaba dispuesto a salir contra la hueste de
madianitas, pero primero tenía que aprender otra lección. Dijo Dios: "El
pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su
mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha
salvado". Entonces el ejército quedó disminuido: 22 000 que eran temerosos
volvieron a casa, quedando sólo 10 000. Es humillante reconocer que las dos
terceras partes de aquellos que se ofrecieron para la guerra volvieron atrás
cuando puestos a prueba. Y así fue en los días del Señor: "Desde entonces
muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él", Juan
6.66. Esto sucedió cuando Él echó un poco de sal en su ministerio, y
frecuentemente es el caso en nuestros días; el precio es más de lo que algunos
están dispuestos a pagar.
Si Gedeón hubiera
contado con 32 000 para la pelea, posiblemente Dios hubiera sido robado de su
gloria. Dios le dijo al principio: "Vé en esta tu fuerza", y él
contaría con el apoyo de Dios y no del hombre. Y ahora otro mensaje: "Aún
es mucho el pueblo; llévalos al agua, y allí los probaré". Se doblaron
sobre sus rodillas 9 700 de ellos, poniendo la mano a la boca para beber agua.
300, en cambio, se quedaron parados y lamieron llevando el agua con la mano a
su boca. La lección es esta: 9 700 estaban pensando en función de beber agua
pero solamente 300 querían estar listos siempre para actuar por Dios. Gedeón
estaba bajo severa prueba, su ejército reducido a solamente 300. No pidió otra
señal, pero Dios le animó de una manera muy singular.
La batalla decisiva
estaba por librarse, y Dios le dijo en la noche: "Levántate, y desciende
al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos". Dios usó el sueño
de un soldado madianita para mostrar cómo la victoria sería realizada, y Gedeón
escuchaba cuando éste relataba su sueño a un compañero. "Veía un pan de
cebada que rodaba hasta el campamento de
Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó
de arriba abajo, y la tienda cayó". El compañero respondió: "Esto no
es otra cosa sino la espada de Gedeón ... Dios ha entregado en sus manos a los
madianitas con todo el campamento". Gedeón ha debido estar conmovido al
oir la mención de su nombre y el de su padre.
De esta manera
extraña Dios lo dio ánimo a su siervo. El pan de cebada era el alimento de los
pobres. El mensajero celestial le había dicho a Gedeón que iba a salvar a
Israel de la mano de los madianitas, y este hombre había protestado que era
demasiado pobre. Dios oyó y ahora le muestra que está por usar la pobreza y la
debilidad, en vez de un gran ejército, para derrotar al enemigo. "No con
ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos". Él era suficientemente humilde como para ser ese pan de
cebada, y fue fortalecido por el hecho de que lo representaba como siendo usado
de Dios para conquistar la hueste de Madián.
Con este aliento
Gedeón se dispuso a entrar en la batalla. Esa misma noche él comenzó, sin más
demoras. Dividió su pequeña tropa en tres compañías de cien hombres cada una.
Cada uno estaba armado de la misma manera: en una mano un cántaro de barro que
tenía una tea por dentro, y en la otra mano una trompeta. No portaban ni espada
ni lanza, sino esas armas tan extrañas con que enfrentar un ejército tan
numeroso como langostas. Los trescientos rodearon al campamento, dejando
abierta una brecha por donde el enemigo podría volver por la misma vía en que
llegó. Repentinamente, los madianitas dormidos fueron despertados por la
descarga de trescientas trompetas y por el brillo de trescientas lámparas.
¡Pandemonio! Los
madianitas no podían distinguir entre los suyos y los israelitas, y se auto
destruyeron "en todo el campamento". Un detalle que debemos notar es
que cada uno de los hombres de Gedeón se quedó firme en su lugar. Hubo
confusión entre los madianitas, pero no así en los tres escuadrones.
El apóstol emplea
este incidente en 2 Corintios 4. Les dice a los santos que "Dios, que
mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo". Y prosigue: "Tenemos este tesoro en vasos de
barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros". La
luz brilla a través del cántaro. A veces el vaso es costoso y tenemos que
romper lo que más apreciábamos para dejar brillar nuestra luz.
Aun cuando Dios le
dio la victoria a Gedeón, nuestro esbozo de su vida tiene que terminar con una
mención de su defección. "Gedeón hizo ... un efod, el cual hizo guardar en
su ciudad [Ofra]; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar;
y fue tropezadero a Gedeón y a su casa".
Hay mucha diferencia
de criterio sobre por qué él hizo esto. El efod de oro era un componente de la
vestidura del sumo sacerdote. Lo cierto es que Gedeón no tenía ninguna palabra
de Dios para justificar hacer uno. Desde luego, tenía ya su altar, y Dios le
había instruido ofrecer un sacrificio sobre él, pero esto no justificaba hacer
un efod.
No pensamos que este
hombre valeroso tenía la intención de apartar al pueblo de Dios, pero lo hizo.
Sus hermanos deseaban hacerle rey, pero él sabía mejor y negó la propuesta.
"Jehová señoreará sobre vosotros", replicó. Él rechazó aquella
oferta, pero aceptó sus aportes de zarcillos, y con estos hizo el efod.
No se nos dice qué
era su objetivo, pero está dicho claramente que descarrió al pueblo de Dios.
Gedeón, como muchos otros, se alejó en su madurez. Algunos que han corrido bien
la carrera cristiana llegan a introducir innovaciones en su servicio por el
Señor. Prácticas que superficialmente han parecido acertadas se vuelven
pasaderas de alejamiento de la senda recta de la Palabra. Gedeón había
derrumbado un altar y cortado un bosquecillo idolátrico, pero ahora,
posiblemente sin querer, él vuelve a construir lo que había eliminado. Es un
fin triste para un hombre bueno, y desde entonces muchos han comenzado bien,
continuado bien, pero no terminado bien.
"Murió Gedeón
hijo de Joás en buena vejez ... pero aconteció que cuando murió Gedeón, los
hijos de Israel volvieron a prostituirse tras los baales". ¿Fue en parte
el resultado del cambio de proceder de Gedeón? Ha podido ser.
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