Personajes del Antiguo Testamento. N° 21.
Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Jabes, el bebé de tristeza
"... al cual su
madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al
Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieres bendición, y ensancharas mi
territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no
me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió",
1 Crónicas 4.9,10.
El Primer Libro de
Crónicas comienza con "Adán, Set, Enós" y continúa con 141 versículos
que contienen muchos nombres, algunos de ellos difíciles de pronunciar. Después de ellos hay una referencia abrupta a
Jabes y su oración. Su biografía consta de sesenta y dos palabras. Es una
historia breve como un oasis en el desierto, una fuente de agua refrescante en
un desierto, o por lo menos en medio de genealogías que muchos considerarían
tediosas.
El nombre de una
persona en la Palabra
de Dios suele ser significativo. Su madre le llamó Jabes – "él trajo
tristeza" – porque le parió con dolor. Poco pensaba ella en ese momento
que él iba a ocupar un puesto de honor en las crónicas inspiradas de los
hombres de Israel.
Todo lo que sabemos
de este hombre se encuentra en estos versículos. Era conocido por su humildad,
oración y justicia. Era más ilustre que sus hermanos, aun cuando no leemos que
ellos no eran honorables. A lo mejor sí eran. No nos está dicho de qué manera
él era más ilustre, pero su oración nos da la clave.
No sabemos
precisamente dónde vivía Jabes, aunque parece que fue en un tiempo en que se
estaba tomando posesión de la tierra de promisión. Es probable que haya sido
contemporáneo de Caleb y Josué. El Espíritu Santo le señala como uno que
invocaba al Dios de Israel. Aun cuando nacido en tristeza, Jabes buscaba
mejorarse; no era un hombre cualquiera.
El primer versículo
del capítulo parece dar a entender que era de la tribu de Judá. Ahora, al nacer
Judá, su madre Lea dijo: "Esta vez alabaré a Jehová"; por esto llamó
su nombre Judá. Es de notar el contraste entre los dos nacimientos y entre los
nombres que las madres escogieron.
Algunas vidas
comienzan en tristeza y terminan en gozo. Sea cual fuere que haya faltado en la
vida de Jabes, él lo llevó a Dios en oración. Invocó a Dios del pacto, el de
Abraham, Isaac y Jacob. Hoy en día nos dirigimos al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, orando al Padre a través del Hijo.
Sería difícil
encontrar en las Escrituras una oración más enfocada y específica que la de
Jabes. Se caracteriza por confianza, sencillez, precisión y brevedad. En pocas
palabras él pidió prosperidad, preservación y paz. Jabes manifestó humildad,
incapacidad y confianza en Dios. Él deseaba estar bien ante Dios, gozar de
comunión y estar en buena condición de alma.
Dios le concedió lo
que pidió. Quizás si tuviéramos más del espíritu de Jabes al orar, más de lo
que pedimos sería concedido. Este hombre sabía qué quería, y presentó sus
peticiones de una manera seria y confiada. ¿Pedimos y no recibimos, por pedir
mal? Santiago 4.3.
Veamos el texto de su
oración.
Oh, si me dieres bendición Esto
nos hace recordar las palabras de su antepasado Jacob, cuando el Varón luchaba
con él, diciendo: "No te dejaré si no me bendices", Génesis 32.26.
Jabes sabe el valor de una bendición divina, y comienza con esta nota. Estaba
rogando, como hace entender el uso de la
Oh.
ensancharas mi territorio [mis linderos] Esta petición complementa la primera.
Estaba ajustada al día en que Jabes vivía, porque Josué había recibido órdenes
de poseer la tierra. Aun cuando Jabes había recibido su herencia, quedaba mucha
tierra por tomar y él quería poseerla para Dios. Un deseo por más posesiones
terrenales no es en sí un deseo terrenal no más. Es cierto que suele ser, pero
el caso de Jabes nos hace ver que no siempre es así.
Hay
aquí una lección espiritual para nuestra instrucción; debemos desear que
nuestro "territorio" sea ensanchado en el conocimiento de la Palabra de Dios para que
estemos en condiciones de "conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para [estar] llenos de todo la plenitud de Dios".
si tu mano estuviera conmigo Esta
también amplía la primera petición. Vemos una progresión: bendición,
ensanchamiento y ahora protección y poder. Jabes se pondría en la mano de Dios,
confiando en ayuda divina en todas su empresas. Aquí hay más que un deseo por
la presencia de Dios; él quería su poder en todo el servicio que emprendiera.
me libraras de mal, para que no me
dañe Esta última petición es la más amplia. Jabes sabía algo
de lo engañoso de su propio corazón. No pidió largos años ni exención de
problemas, sino que Dios lo librara del mal. Parece que temía meterse en algo
que le perjudicaría. Al decir, "que no me dañe", dio a entender su
propia debilidad y quería ayuda específicamente en esto. Haríamos bien al orar
de esta manera hoy en día, porque es fácil para cualquiera de nosotros
contaminarnos por la impiedad que nos rodea.
Y Dios le concedió
sus peticiones. Cuán hermosa esta conclusión a una biografía sucinta. Jabes no
pidió nada que fuera contrario a la mente e Dios; su oración no reflejó
egoísmo. La oración eficaz del justo puede mucho. Uno recibe poco al pedir mal;
es decir, pedir lo que no corresponde o por un motivo errado. Jabes comenzó en
tristeza, vivió honradamente y gustó de la bendición divina. "Honraré a
los que me honran," 1 Samuel 2.30.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario