jueves, 22 de febrero de 2018

Joab, capitán de la hueste de Jehová

Personajes del Antiguo Testamento.        N° 23.

Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
 en los años 1970 en la revista Truth & Tidings

Joab, capitán de la hueste de Jehová

El nombre de Joab figura ciento treinta y nueve veces en el Antiguo Testamento, cien de ellas en 2 Samuel. Posiblemente ningún otro estaba asociado tan de cerca con David, mientras era rey de Israel, que Joab hijo de Sarvia, hermana de David. Joab era uno de los soldados más hábiles de los tiempos del Antiguo Testamento, y a la vez uno de los hombres más inescrupu-losos en Israel, dispuesto a caer abajo a cualquier cosa, inclusive el asesinato, para lograr sus propios fines. Era leal a David cuando le convenía a sí mismo.
En las vidas de hombres como este hay generalmente alguna característica positiva, algo que alumbra el cuadro oscuro, pero en la vida de Joab buscamos en vano para una cosa que sea honorable. La excepción sería la ocasión cuando David censó a Israel y Joab preguntó: "¿Por qué se complace en esto mi señor el rey?" Acontecimientos posteriores dieron a ver que  Joab fue el más prudente de los dos.
No leemos de Joab en los días cuando David estaba rechazado y necesitaba apoyo moral. Más adelante, su nombre está omitido de las listas de los hombres valientes. A veces el silencio de las Escrituras habla en voz tan alta como la de sus palabras escritas. Joab desconocía una comunión con David en sus sufrimientos; no lo atraía la cueva de Adulam.
"David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió primero, y fue hecho jefe", 1 Crónicas 11.6. Esto fue precisamente lo que Joab quería: ser cabeza y jefe. El premio era tentador. David ya era rey sobre Israel, y ser capitán del ejército le apelaba a Joab. Sin duda era un gran soldado y poseía muchas dotes de líder. Aunque parecía que había ganado su rango de una manera honorable, ¿actuó por lealtad a David o para provecho propio? Ganó toda batalla donde participó, y para asegurar su posición mató a todo enemigo y amigo a quien se oponía. Es evidente que Joab no tolerable un rival.
Primero Abner. "Vino, pues, Abner a David en Hebrón, y con él veinte hombres; y David hizo banquete a Abner y a los que con él habían venido ... Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte para hablar con él en secreto; y allí, en venganza de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió", 2 Samuel 3.20,27.
Vemos cuán celoso era Joab. Toleraba a otros hombres solamente mientras asumían un lugar inferior al suyo. Abner también era un gran soldado, pero cuando Joab vio que, con o sin razón, le estaba superando, tomó la determinación de aniquilarlo. Fue fácil encontrar excusa; podía matarlo para vengarse de la muerte de su hermano Asael. Parece haber sido un manto para encubrir su motivo verdadero, ya que al haber vivido Abner él ha podido llegar a ser capitán.
Este acto de cobardía no le permitió a David tener buen concepto de Joab. Fue un golpe duro para el rey, posiblemente el más severo hasta ese momento, y sería superado sólo por otro asesinato de parte de Joab, esta vez de Absalón, hijo de David.
"Escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías ... diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraros de él, para que sea herido y muera", 2 Sa-muel 11.14,15. Cuando Joab mató a Abner, unos trece años antes de esto, David protestó: "Yo soy débil hoy ... los hijos de Sarvia son muy duros para mí". Estas palabras describen el concepto que David tenía de Joab, pero ahora el rey quiere que haga algo muy similar; había encontrado el instrumento indicado para lo que tenía en mente. Este hombre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal que se mantuviera en las buenas con el rey; su conciencia no presentaba problema, porque quería guardar su posición a todo costo.
Veamos otro episodio. "Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón", 14.1, él ideó una intriga. De una vez tomó medidas para promover una reconciliación, sabiendo que esto agradaría al rey y a la vez favorecería a Absalón. En su papel de pacificador hizo caso omiso de las demandas de la justicia. La ley demandaba que Absalón fuese castigado por su transgresión, pero a Joab no le importaba. Desprovisto de escrúpulos, hizo lo que parecía recto en sus propios ojos.
Absalón robaba el corazón de los de Israel. Joab se quedó con David, aunque la conjura cobraba fuerza y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón, 15.12. Conociendo el carácter de Joab, hemos podido esperar que apoyara a Absalón. No fue por amor a David ni por ser leal a él que estaba dispuesto a compartir este rechazo. Joab era sagaz y experimentado en la guerra. Sabía que David contaba con hombres fuertes y podía ganar la pelea. Este hombre no era seguidor de David, sino ambicioso para su propio bien. 
Joab fue tajante con el hombre que no quería dar el golpe de gracia a Absalón cuando moribundo: "No malgastaré mi tiempo contigo", 18.14. Tomó tres dardos y los clavó en el corazón del hijo de David, quien estaba aún vivo en medio de una encina. Mientras más seguimos esta historia, más negra la encontramos. En este caso Joab tenía más celo que sabiduría. Es difícil entender por qué mato a Absalón con sus propias manos, sabiendo que esto no le agradaría al rey. David más bien les había exigido a Joab, Abisai e Itai tratar benignamente al joven, y leemos que todo el pueblo oyó cuando dio esta orden a todos los capitanes. Un día Joab estaba intentando reconciliar a padre e hijo, y el día siguiente estaba matando al menor.
Ahora le toca a Amasa. Joab le pregunta: "¿Te va bien, hermano mío?" y le tomó de la barba para besarlo. "Pero Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y este le hirió con ella en la quinta costilla ... y cayó muerto", 20.9,10. Amasa era estorbo para Joab, razón suficiente para eliminarlo. "La envidia es carcoma de los huesos. ¿Quién podrá sostenerse delante de la envidia?" Proverbios 14.30, 27.4.
Finalmente, el rey dijo: "Haz como él [Joab] ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí ... la sangre que Joab ha derramado injustamente", 1 Reyes 2.31. Lo que el hombre sembrare, esto también segará. Los pecados de Joab le habían descubierto, y su final fue acorde con su vida. Hemos seguido su curso y visto cómo lograba sus triunfos, aunque ni una vez lo elogió David. Las palabras del rey que ya hemos citado revelan su evaluación de Joab.
Estas cosas de la antigüedad fueron escritas para nuestra enseñanza. El tenor de la vida de Joab es una advertencia. Mucho éxito en el servicio no necesariamente quiere decir que uno sea de carácter espiritual o de motivos puros. Lo cierto es que no debemos juzgar los motivos; es prerrogativa de Dios. Damos gracias por aquellos que Él emplea en su servicio, y nos alegramos ante la salvación de almas. Estimamos a aquellos que son usados en la obra del Señor, cuando sus aspiraciones se fundamentan en la gloria de Dios.
David no rechazaba el botín que Joab traía de sus hazañas, pero nunca leemos que aprobó lo que había hecho. El nombre de Joab brilla por su ausencia en las dos listas de los valientes que tuvo David y de las referencias a nobles en Hebreos 11. Joab logró su posición por habilidad propia y la preservaba por política sin principios. Al final, su suerte fue miserable, muy diferente a la del varón de Salmo 37.37: "Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz".


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