Personajes del Antiguo Testamento. N° 10.
Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Isaac, el hijo de promesa
"Después de
muerto Abraham … Dios bendijo a Isaac su hijo; y habitó Isaac junto al pozo del
Viviente-que-me-ve", Génesis 25.11. "Por la fe bendijo Isaac a Jacob
y a Esaú respecto a cosas venideras", Hebreos 11.20.
Estas dos escrituras
resumen razonablemente bien la vida de Isaac. Él vivió más tiempo que su padre
Abraham y más que su hijo Jacob, pero mucho menos está registrado de él que de
cualquier de ellos. Unos doce capítulos se ocupan de Abraham y casi otro tanto
de Jacob, pero solamente uno, el 26, se ocupa exclusivamente de Isaac.
La vida suya era
ordinaria; Isaac no alcanzó las alturas que su padre conocía, ni su vida se
marcó por tantos fracasos como la de Jacob. Con todo, Isaac experimentó
bendición divina. Leemos mucho acerca de él antes de nacer, y su nacimiento
representó un evento importante en la historia de la promesa hecha a Abraham.
Su nombre quiere decir "risa", relacionado sin duda con la risa de
Sara y de Abraham ante la promesa de un hijo en la vejez.
Podemos considerar a
Isaac como un tipo del Señor Jesucristo y también como un ejemplo del creyente
común.
Anotaremos cuatro
puntos acerca de este hombre como un tipo del Señor:
Como hijo. En Génesis 22 es "tu hijo,
tu único, Isaac a quien amas".
Como sacrificio. Cuando Isaac alcanzó una
edad madura "Abraham ofreció a Isaac", Hebreos 11.17. En la estimación
de Dios, el padre sí ofreció al hijo; Dios reconoció la disposición del
patriarca de hacerlo. Isaac murió sólo en figura, pero nuestro Señor en
realidad.
Como esposo. El siervo consiguió una esposa
para Isaac. En estos tiempos el Espíritu Santo está haciendo esta obra para Uno
que se presentará a sí mismo una esposa en un tiempo futuro.
Como heredero. "Abraham dio todo
cuanto tenía a Isaac", Génesis 25.5. Hebreos 1.2 habla de Cristo como
"el Hijo, a quien constituyó heredero de todo".
Los cuadros generalmente
presentan a Isaac como un jovencito en la marcha a Moriah. Es un error. Era
hombre formado ya, capaz de cargar leña montaña arriba y con capacidad para
resistir a su padre al haber tenido el deseo de hacerlo.
El capítulo 22 de
Génesis es un favorito de los lectores de la Biblia y la historia del monte Moriah es de gran
interés. Es uno de los tipos más importantes del Calvario, una "sombra de
bienes venideros". Dos veces leemos que en el viaje padre e hijos fueron
ambos juntos. Isaac guardó silencio, perplejo, y observó: "He aquí el
fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?" Todo el
cuadro hace entrever su obediencia y sumisión; estaba plenamente de acuerdo con
lo que estaba sucediendo, aun al ser puesto sobre el altar que su padre
construyó.
"La trajo [a
Rebeca] a la tienda de su madre … y se consoló Isaac después que de la muerte
de su madre", 24.67. Es evidente que él fue criado en esa tienda. Era
casero cuando joven, y poco leemos que se haya movido fuera del círculo
familiar. Su disposición a ceder se destaca en los pocos incidentes narrados,
especialmente en la cuestión de los pozos. Los abrió para sí, pero los pastores
de Gerar se apropiaron de ellos. Isaac no se vengó, sino simplemente cavó
otros. Ismael lo molestó continuamente de niño. Ya hemos visto su sumisión en
el monte Moriah, como también su tristeza al perder a su madre cuando él tenía
40 años.
"Venía Isaac del
pozo del Viviente-que-me-ve", o Lahai-roi, el Dios que me está observando.
Y así era en verdad. Llegó Rebeca, "y la amó". Se ha dicho que el
hijo que extraña a su madre difunta suele ser un esposo que ama. El detalle que
meditaba en el campo, registrado al final del capítulo 24, nos da una idea de
cómo era su carácter.
Era tiempo de
hambruna, e Isaac se acudió a Abimalec rey de los filisteos en Gerar, 26.1.
Hizo lo que había hecho su padre; el hambre dirigió sus pasos. No hemos sido
informados si pidió consejo a Dios antes de hacer esto, pero Dios intervino con
las palabras: "No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te
diré". Gerar quiere decir
habitación, y leemos: "Habitó, pues, Isaac en Gerar". ¿Hizo lo
correcto? Acontecimientos posteriores hacen pensar que no. Gerar era una
especie de pulmón entre Canaán y Egipto. Isaac iba rumbo a Egipto pero Dios no
lo permitió llegar allí.
Encontramos una
dificultad al leer "le bendijo Jehová" en aquella tierra. ¿Dios
bendice cuando le desobedecemos? En el v. 3 dijo que lo bendeciría y Él cumplió
aun cuando Isaac se aprovechó indebidamente de la oportunidad que había
recibido. Isaac comenzó cavando pozos, pero aprendió que cada uno sería motivo
de contienda mientras se quedara en esa tierra. Al alejarse de esa zona
limítrofe, Jehová le hizo "ensanche" (Versión de 1893), y se le
apareció Jehová de noche con una promesa de bendición.
Ahora Isaac edifica
un altar (por primera vez según sabemos), v. 25, y lo hizo antes de abrir otro
pozo. Altar, tienda, pozo: él le dio a Dios el primer lugar.
Es Hebreos 11 que nos
orienta ahora: "Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas
venideras", y Jacob por su parte bendijo a los hijos de José, a saber a
Efraín y Manasés. Isaac y Jacob se
caracterizan por actos de fe al final de la vida; el primero cuando pensaba que
había llegado al final y el segundo cuando moría. Bendijeron a sus hijos
respecto al futuro, aunque ellos mismos murieron en fe sin recibir las
promesas.
Génesis 27 y 28
proporcionan detalles acerca de cómo Isaac bendijo a sus hijos.
La decisión de
bendecir a Esaú no fue un acto de fe, sino se debía a no poco interés propio.
Habrá sido un gesto de amor fraternal; Isaac lo amaba a éste porque había
comido su guisado, y esto dio lugar a desobedecer la voluntad de Dios. Su
parcialidad estaba a la vista, y nos hace reconocer que nunca debemos dejar que
el afecto natural nos permita contravenir el amor; 25.33. No es de dudar que
haya sabido que Esaú le vendió a Jacob su primogenitura, y percibía que Esaú
era un profano, como lo expresa Hebreos 12.16. Fue cosa seria, entonces,
bendecir a Esaú. Lo afligió a Isaac que Esaú se había casado con heteas, y
sabía que Dios nunca quería que bendijera a su hermano, pero se empeñó en
hacerlo. Así que leemos de las maquinaciones de Rebeca y de Jacob para frustrar
el propósito de Esaú. Fueron innecesarias. Jacob hubiera quedado mejor parado
al no haber hecho lo que hizo.
Fue cuando Isaac vio
su propia necedad que alzó la voz y lloró. Se dio cuenta de que Dios había
intervenido y que él no podía frustrar los propósitos divinos. Aprendió que
Jacob debía tener la bendición principal, y vemos que en efecto la recibió. Al
bendecir a sus hijos conforme con el propósito de Dios, actuó por fe, Hebreos
11.20. Le dijo a Jacob: "El Dios omnipotente te bendiga, y te haga
fructificar y te dé la bendición de Abraham".
Isaac vivió por cuarenta
años más, pero en la sombra; "fueron los días de Isaac ciento ochenta
años", 35.28. Nada leemos de él después de haber bendecido a sus hijos;
aparentemente los años restantes fueron estériles, muy diferentes a los últimos
años de su padre. ¿Se debió a su intento a invertir el orden divino y
pronunciar una bendición sobre su hijo mayor? Había sido una iniciativa de la
carne, y quizás por esto Dios lo dejó solo.
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