miércoles, 31 de enero de 2018

José, el hermano separado

Personajes del Antiguo Testamento.        N° 15.

Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
 en los años 1970 en la revista Truth & Tidings

José, el hermano separado

La historia de José, el décimo primero hijo de Jacob, es una de las más interesantes en la Biblia. Hay una sola referencia breve a él antes del relato que comienza cuando tenía diecisiete años y aquel que concluye con su muerte a la edad de ciento y diez. Los incidentes son quizás tan variados como los colores de la túnica que su padre hizo para este hijo favorito.
Aquella vida puede ser resumida en tres palabras clave: vendido, traicionado y exaltado. Fue amado de su padre, odiado de sus hermanos, comprado por los ismaelitas, traicionado por una egipcia, encarcelado por un rey, honrado por el mismo, y bendecido de Dios.
La historia comienza con una diligencia a exigencia de su padre para conocer la suerte de sus hermanos, y desde ese punto en adelante vemos la mano de Dios en todo detalle de su vida. Todo se conformó con el diseño del tejedor divino, y bien sabemos que en los tapices suyos los hilos oscuros son tan necesarios que los de oro y plata.
El registro bíblico no narra nada desfavorable acerca de José, y él es posiblemente el más perfecto tipo del Señor Jesucristo en toda la Palabra de Dios. Su nombre significa "añadirá", y José añadió a su nombre a lo largo de sus muchos años y carrera diversificada. Génesis 39.3 afirma que Jehová hacía prosperar todo lo que este hombre hacía. Vemos en su historia un cumplimiento de palabras dichas unos quinientos años más tarde: "Yo honraré a los que me honran", 1 Samuel 2.30.

Amado de su padre

José era el penúltimo en una familia de doce varones. Su padre Jacob le amaba mucho, y Génesis 37 relata que, como gesto de amor, hizo para José una túnica de diversos colores. Esto le diferenciaba de sus hermanos, cuya ropa sería ordinaria, si no inferior.  La túnica era un testimonio público de que José era el hijo favorito. Posiblemente su padre le amaba por ser el primogénito de Raquel, la amada esposa de Jacob, o posiblemente porque nació cuando su padre era ya mayor, en términos comparativos.
Aunque Jacob le tenía un cariño especial, es evidente que sus otros hijos también gozaban de su afecto. Jacob le mandó a José en una marcha larga a Siquem para inquirir por el bienestar de sus hermanos. El joven estaba dispuesto hacerlo, aunque sin duda ya había sentido que le aborrecían.
Cuando hay varios hijos en la familia, no es cosa rara que uno o ambos padres sientan mayor afecto por uno que por otro. Este sentimiento debe ser suprimido en lo posible. Puede o no que la preferencia tenga razón de ser, pero manifestarla sólo va a incitar celos.
Parece que Jacob fue imprudente al hacer la túnica. Dio lugar a rencores, y el día llegó cuando los varios hermanos se la quitaron, 37.23. "Enviaron la túnica de colores, y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no". Nada de "la túnica de nuestro hermano", sino "de tu hijo".
No es frecuente que un complot sea tan exitoso, pero este es el primer incidente en la realización de los propósitos de Dios en y por medio de José. Jacob creyó la evidencia; vio la túnica y la sangre con que fue teñida. Varios años antes, él había engañado a su propio padre al usar pieles de cabritos para cubrir sus manos, y ahora su pecado lo ha descubierto.

Odiado de sus hermanos

Los sueños de José eran otra causa de amargura. Leemos en Génesis 37.5: "Soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía". Esto fue después de que Jacob había hecho la túnica, y sirvió para empeorar la situación. Luego otro sueño y su interpretación hicieron arder aun más sus corazones. Su padre observó lo que fue dicho pero también reprendió al hijo por haber contado su sueño.
Sin embargo, los sueños fueron dados por Dios y eran proféticos. José fue enviado a conocer la condición de sus hermanos, y al ver ellos que venía, sin duda reconociendo de lejos la túnica, dijeron entre sí: "He aquí viene el soñador". La historia narra que todavía otro color fue añadido a esa prenda: fue teñida en sangre. Devino en el símbolo de la vida de José. "La envidia es carcoma de los huesos. ¿Quién podrá sostenerse ante la envidia?" Proverbios 14.30, 27.4.
Como es frecuentemente el caso en el aborrecimiento humano, los hermanos de José buscaron una oportunidad para abusar de él, y la oportunidad se presentó. Tal fue su odio que decidieron matarlo. Cuando Rubén lo supo, se opuso, aun siendo hombre tan inestable como el agua. Asumió liderazgo y propuso que su hermano fuese echado en una cisterna. Él tenía dos motivos: pensaba volver y liberar a José, y estaba preocupado por cómo todo esto iba a afectarle a él mismo: "¿Adónde iré yo?"
Mientras tanto, llegó una caravana de ismaelitas, rumbo a Egipto con mercadería. Judá propuso vender a su hermano, y aparentemente Rubén no estaba presente en ese momento. Vemos cuán débil de carácter era él y cuán carentes de principios sus hermanos. No sabemos cuánto tiempo pasó José en esa cisterna, pero siglos después Esteban dijo en Hechos 7.9: "Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él". Perdió su túnica, pero no así la presencia de Dios con él. Los hermanos no solamente engañaron a su padre, sino también le causaron angustia por muchos años. Dijo: "Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol", 37.35.


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