Personajes del Antiguo Testamento. N° 15.
Héctor Alves, 1896-1978.
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
Parte de una serie publicada mayormente
en los años 1970 en la revista Truth & Tidings
José, el hermano separado
La historia de José,
el décimo primero hijo de Jacob, es una de las más interesantes en la Biblia. Hay una sola referencia
breve a él antes del relato que comienza cuando tenía diecisiete años y aquel
que concluye con su muerte a la edad de ciento y diez. Los incidentes son
quizás tan variados como los colores de la túnica que su padre hizo para este
hijo favorito.
Aquella vida puede
ser resumida en tres palabras clave: vendido, traicionado y exaltado. Fue amado
de su padre, odiado de sus hermanos, comprado por los ismaelitas, traicionado
por una egipcia, encarcelado por un rey, honrado por el mismo, y bendecido de
Dios.
La historia comienza
con una diligencia a exigencia de su padre para conocer la suerte de sus
hermanos, y desde ese punto en adelante vemos la mano de Dios en todo detalle
de su vida. Todo se conformó con el diseño del tejedor divino, y bien sabemos
que en los tapices suyos los hilos oscuros son tan necesarios que los de oro y
plata.
El registro bíblico
no narra nada desfavorable acerca de José, y él es posiblemente el más perfecto
tipo del Señor Jesucristo en toda la
Palabra de Dios. Su nombre significa "añadirá", y
José añadió a su nombre a lo largo de sus muchos años y carrera diversificada.
Génesis 39.3 afirma que Jehová hacía prosperar todo lo que este hombre hacía.
Vemos en su historia un cumplimiento de palabras dichas unos quinientos años
más tarde: "Yo honraré a los que me honran", 1 Samuel 2.30.
Amado de su padre
José era el penúltimo
en una familia de doce varones. Su padre Jacob le amaba mucho, y Génesis 37
relata que, como gesto de amor, hizo para José una túnica de diversos colores.
Esto le diferenciaba de sus hermanos, cuya ropa sería ordinaria, si no
inferior. La túnica era un testimonio público
de que José era el hijo favorito. Posiblemente su padre le amaba por ser el
primogénito de Raquel, la amada esposa de Jacob, o posiblemente porque nació
cuando su padre era ya mayor, en términos comparativos.
Aunque Jacob le tenía
un cariño especial, es evidente que sus otros hijos también gozaban de su
afecto. Jacob le mandó a José en una marcha larga a Siquem para inquirir por el
bienestar de sus hermanos. El joven estaba dispuesto hacerlo, aunque sin duda
ya había sentido que le aborrecían.
Cuando hay varios
hijos en la familia, no es cosa rara que uno o ambos padres sientan mayor
afecto por uno que por otro. Este sentimiento debe ser suprimido en lo posible.
Puede o no que la preferencia tenga razón de ser, pero manifestarla sólo va a
incitar celos.
Parece que Jacob fue
imprudente al hacer la túnica. Dio lugar a rencores, y el día llegó cuando los
varios hermanos se la quitaron, 37.23. "Enviaron la túnica de colores, y
la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la
túnica de tu hijo, o no". Nada de "la túnica de nuestro
hermano", sino "de tu hijo".
No es frecuente que
un complot sea tan exitoso, pero este es el primer incidente en la realización
de los propósitos de Dios en y por medio de José. Jacob creyó la evidencia; vio
la túnica y la sangre con que fue teñida. Varios años antes, él había engañado
a su propio padre al usar pieles de cabritos para cubrir sus manos, y ahora su
pecado lo ha descubierto.
Odiado de sus hermanos
Los sueños de José
eran otra causa de amargura. Leemos en Génesis 37.5: "Soñó José un sueño,
y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía".
Esto fue después de que Jacob había hecho la túnica, y sirvió para empeorar la
situación. Luego otro sueño y su interpretación hicieron arder aun más sus
corazones. Su padre observó lo que fue dicho pero también reprendió al hijo por
haber contado su sueño.
Sin embargo, los
sueños fueron dados por Dios y eran proféticos. José fue enviado a conocer la
condición de sus hermanos, y al ver ellos que venía, sin duda reconociendo de
lejos la túnica, dijeron entre sí: "He aquí viene el soñador". La
historia narra que todavía otro color fue añadido a esa prenda: fue teñida en
sangre. Devino en el símbolo de la vida de José. "La envidia es carcoma de
los huesos. ¿Quién podrá sostenerse ante la envidia?" Proverbios 14.30,
27.4.
Como es
frecuentemente el caso en el aborrecimiento humano, los hermanos de José
buscaron una oportunidad para abusar de él, y la oportunidad se presentó. Tal
fue su odio que decidieron matarlo. Cuando Rubén lo supo, se opuso, aun siendo
hombre tan inestable como el agua. Asumió liderazgo y propuso que su hermano
fuese echado en una cisterna. Él tenía dos motivos: pensaba volver y liberar a
José, y estaba preocupado por cómo todo esto iba a afectarle a él mismo: "¿Adónde
iré yo?"
Mientras tanto, llegó
una caravana de ismaelitas, rumbo a Egipto con mercadería. Judá propuso vender
a su hermano, y aparentemente Rubén no estaba presente en ese momento. Vemos
cuán débil de carácter era él y cuán carentes de principios sus hermanos. No
sabemos cuánto tiempo pasó José en esa cisterna, pero siglos después Esteban
dijo en Hechos 7.9: "Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José
para Egipto; pero Dios estaba con él". Perdió su túnica, pero no así la
presencia de Dios con él. Los hermanos no solamente engañaron a su padre, sino
también le causaron angustia por muchos años. Dijo: "Descenderé enlutado a
mi hijo hasta el Seol", 37.35.
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