Efesios 6:1-9
CONDUCTA EN EL HOGAR
La fe cristiana debe
impactar la vida familiar. En tres esferas de esta vida: matrimonio, familia,
trabajo, Dios se dirige primero al vaso más frágil. En el pasaje leído ayer
vimos primero los deberes de la esposa, luego los del marido. Hoy veremos
primero los de los hijos antes que los de los padres y los de los siervos antes
que los de sus amos.
A los hijos se les da una receta para larga vida:
la obediencia a sus padres “en el Señor”. La desobediencia es característica
del incrédulo (2 Ti. 3:2). La obediencia tiene su ejemplo más
sublime en la sumisión de Cristo a su Padre celestial (Jn. 10:17,18).
Los padres tienen un deber en sentido negativo
(no provocar) y otro que es en sentido positivo (disciplina y amonestación).
Por disciplina entendamos el deber de enseñar patrones de conducta, y por
amonestación la necesidad de advertir los peligros de no seguir esos patrones.
Los siervos cristianos deben servir a sus amos
terrenales como si sirvieran a Cristo, recordando que Cristo tomó forma de
siervo para redimirnos.
Los amos deben dejar las amenazas y recordar
que, ante el Señor, todos somos esposa, hijos y siervos: el vaso más frágil.
Efesios 6:10-24
EN CONFLICTO
Desde el saludo inicial
vimos que somos SANTOS. Ayer recordamos que somos SIERVOS. Hoy aprenderemos que
somos SOLDADOS.
La vida cristiana no es
todo reposo y meditación, por eso aquí, al final de la epístola, escuchamos un
llamado a la lucha intensa en las regiones celestes. Notemos:
1. Los
adversarios (vs. 11,12). Tenemos enemigos muy astutos y no
son de carne y sangre, meramente, porque detrás de los hombres y mujeres que se
oponen a lo que es de Dios están los ejércitos invisibles de Satanás.
2. Los
recursos (vs. 13-17). La vestidura es provista por Dios y
consiste en verdad, justicia, paz, fe y salvación. Las armas son la palabra de
Dios y la oración. Cristo las usó en su lucha contra el tentador en el desierto
y durante toda su vida terrenal.
3. Nuestros
aliados (vs. 10,18). Éstos son: el Señor que nos brinda
su poder y el Espíritu que nos apoya para perseverar en la oración. En medio de
la pelea podemos disfrutar de paz y amor con fe (v. 23).
Que lo visto en esta
epístola nos ayude a amar a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable (v. 24).¡Amén!
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