martes, 24 de abril de 2018

Efesios 6:1-24


Efesios 6:1-9  CONDUCTA EN EL HOGAR

La fe cristiana debe impactar la vida familiar. En tres esferas de esta vida: matrimonio, familia, trabajo, Dios se dirige primero al vaso más frágil. En el pasaje leído ayer vimos primero los deberes de la esposa, luego los del marido. Hoy veremos primero los de los hijos antes que los de los padres y los de los siervos antes que los de sus amos.
A los hijos se les da una receta para larga vida: la obediencia a sus padres “en el Señor”. La desobediencia es característica del incrédulo (2 Ti. 3:2). La obediencia tiene su ejemplo más sublime en la sumisión de Cristo a su Padre celestial (Jn. 10:17,18).
Los padres tienen un deber en sentido negativo (no provocar) y otro que es en sentido positivo (disciplina y amonestación). Por disciplina entendamos el deber de enseñar patrones de conducta, y por amonestación la necesidad de advertir los peligros de no seguir esos patrones.
Los siervos cristianos deben servir a sus amos terrenales como si sirvieran a Cristo, recordando que Cristo tomó forma de siervo para redimirnos.
Los amos deben dejar las amenazas y recordar que, ante el Señor, todos somos esposa, hijos y siervos: el vaso más frágil.

Efesios 6:10-24  EN CONFLICTO

Desde el saludo inicial vimos que somos SANTOS. Ayer recordamos que somos SIERVOS. Hoy aprenderemos que somos SOLDADOS.
La vida cristiana no es todo reposo y meditación, por eso aquí, al final de la epístola, escuchamos un llamado a la lucha intensa en las regiones celestes. Notemos:
1. Los adversarios (vs. 11,12). Tenemos enemigos muy astutos y no son de carne y sangre, meramente, porque detrás de los hombres y mujeres que se oponen a lo que es de Dios están los ejércitos invisibles de Satanás.
2. Los recursos (vs. 13-17). La vestidura es provista por Dios y consiste en verdad, justicia, paz, fe y salvación. Las armas son la palabra de Dios y la oración. Cristo las usó en su lucha contra el tentador en el desierto y durante toda su vida terrenal.
3. Nuestros aliados (vs. 10,18). Éstos son: el Señor que nos brinda su poder y el Espíritu que nos apoya para perseverar en la oración. En medio de la pelea podemos disfrutar de paz y amor con fe (v. 23).
Que lo visto en esta epístola nos ayude a amar a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable (v. 24).¡Amén!

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