Pago
inmerecido
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los
hombres... No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos
12:17,21)
La reacción natural del ser humano es devolver el
mal que nos hicieron. Muchas veces no sabemos lo que somos capaces de hacer
hasta que nos hacen algo realmente injusto. Es allí cuando comienzan los
pensamientos: “Esto no se puede quedar así”; “no se imaginan cómo me sentí
cuando me lo hizo, así que tengo que hacer que él sienta lo mismo”; “no es
venganza, es darle su merecido”. Trazamos un plan para llevarlo a cabo.
Insistimos hasta que logramos nuestro objetivo.
La misma ley lo contemplaba: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por
mano, pie por pie” (Éxodo 21:24-25). Sin embargo, el Señor nos enseñó un camino
diferente. “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa” (Mateo 39-40).
Alguien podrá quejarse y decir, “¡eso no es justo!”. Puede que no lo
sea, pero es lo que nos enseña el Señor. Él lo enseñó y lo practicó. “Cuando le
maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). Lo dejó en manos
de Dios.
Ejemplos de estos abundan en las Escrituras. José cuando perdonó a
sus hermanos. Moisés y su paciencia con el pueblo de Israel. El trato de David
a Saúl. El Señor cuando fue rechazado por los samaritanos. Además, podemos
agregar a esto las muchas veces que Dios mostró su bondad a quienes no lo
merecían. Esto también lo puedes ver en tu propia vida, las muchas veces que
Dios, en su gracia, no te ha dado lo que merecías, sino que ha obrado
conforme a su bondad.
El apóstol Pablo nos exhorta: “¿Por qué no sufrís más bien
el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” (1 Corintios
6:7). No fue únicamente que el Señor no pagó conforme a lo que le hicieron,
sino que fue más allá, haciendo bien a quienes le hicieron mal. Le despreciaron
y le llevaron a la cruz, pero para nosotros es dado perdón y salvación. Tú y yo
hemos entrado en el beneficio de su gracia y amor, aunque no lo merecemos.
Hagamos lo mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario