Venciendo la
mediocridad
"Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo" (Filemón 21)
"Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo" (Filemón 21)
La pereza y el
conformismo no conviene a los hijos de Dios. La diligencia es lo que debe
caracterizar al creyente.
Considerar la vida
de Cristo hará darnos cuenta que Él siempre fue obediente en todo. Su
servicio a Dios fue perfecto, al punto de satisfacer el corazón del Padre en
todos los aspectos de su vida. Dios lo presenta, por medio del profeta Isaías,
diciendo: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma
tiene contentamiento” (Isaías 42:1) ¡Qué gran Salvador tenemos! No podríamos
decir de Cristo que Él debió dar más de lo que dio, o que debió hacer más de lo
que hizo. Esto no es posible. Su obediencia fue perfecta.
Pero en cuanto a
nosotros, siempre podremos dar más. Conformarnos con hacer lo que nos
dijeron que hiciéramos, o con el mínimo requerido, no es bueno. Pablo sabía que
Filemón iba a dar más de lo que le estaba rogando. ¿Por qué estaba tan seguro?
Porque conocía a Filemón y había escuchado, “del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos
los santos” (Filemón 5).
En el mundo, hay
quienes, por la ambición al éxito o al dinero, desean dar más en sus trabajos y
profesiones. La ambición los estimula. ¿Qué estimula a un cristiano? El amor al
Señor Jesús y el amor a su pueblo. Ser como Él, agradarle a Él; esto es lo que
nos mueve.
Algunos prestan
servicio al Señor por mera obligación, otros lo hacen con profunda devoción.
Puede ser que los primeros, a duras penas, hagan lo que se les pide. Los
segundos harán lo que se les pide y aún más. La razón a dar más no es para
impresionar al Señor, sino que debe venir de un corazón que ama a Cristo.
Uno que ama a
Cristo, y al pueblo de Dios, estará dispuesto a hacer y dar más para el
Señor. “La gracia sea con todos los que aman
a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén” (Efesios
6:24). ¿Es así como amo al Señor? ¿Con amor inalterable? Es así como debe ser.
Así es como el Señor me ama a mí.
Da lo mejor al Maestro,
ríndele fiel devoción;
sea su amor tan sublime
el móvil de cada acción.
Puesto que al único Hijo
dionos el Padre de amor,
sírvele con alegría;
dale de ti lo mejor.
Miguel Mosquera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario