Dónde El Bautismo Nos Pone o
La Importancia Del Bautismo
Pensamientos
sobre Romanos 6:1-4.
He sentido la obligación de la necesidad de considerar en un sentido
práctico la posición en la cual el bautismo nos ha puesto.
Por cierto que no ha faltado la controversia con respecto a esta
ordenanza en sí misma desde los días de los apóstoles hasta ahora; y quizás no
ha habido otro tema que cause más perturbación entre sus defensores que este.
En medio de la nube de la controversia el significado de esta ordenanza ha
venido a ser poco claro originando los más serios problemas para todos
nosotros. Porque nada es más solemne en su aplicación, nada más conducente a
los profundos ejercicios del corazón y de la conciencia, considerando toda la
vida práctica, que el bautismo cristiano correctamente entendido.
Es interesante notar la conexión moral que existe entre el bautismo y la
cena del Señor. Ambas son ordenanzas del Señor para su pueblo; el primero
instituido después de Su resurrección, y el segundo antes de Su pasión. Ambos
fueron entregados por El par ser observados por nosotros hasta Su retorno.
Tanto el bautismo como la cena del Señor apuntan a Su muerte. Es de suma
importancia mantener esto en mente. Bajo el pretexto de engrandecer al Señor
Jesús, hoy se la da gran énfasis a Su vida (como un ejemplo para nosotros a
seguir) restándole importancia a Su muerte.
La muerte de Cristo es el fundamento de
todas las cosas tanto para Dios como para el hombre. Sin Su muerte la bendición
seria imposible para cualquiera. Por la muerte de Cristo toda demanda de
justicia divina ha sido satisfecha una vez para siempre. Aun más, no solo los pecados
han sido quitados, sino que en la muerte de Cristo el hombre quien cometía los
pecados ha sido quitado de los ojos de Dios. “Nuestro viejo hombre ha sido
crucificado juntamente con Él” (Romanos 6:6).
El bautismo es un acto individual; la cena del Señor es un acto
colectivo, de la asamblea. El bautismo es un acto hecho una vez para siempre;
la Cena del Señor es continua. Pero ambas apuntan hacia la muerte de Cristo. El
bautismo nos identifica con Su muerte; la cena del Señor, en su conmovedor
recuerdo de aquel que murió, es lo que constantemente nos recuerda donde Su
muerte nos ha situado con relación a todas las cosas aquí abajo.
Consideremos aun cuidadosamente que el
bautismo va más allá. Esto se ve en el uso que el Espíritu le da a la
palabra en tanto en Romanos
6:3-4 como en Gálatas 3:27. Por medio de la ordenanza del bautismo nosotros
renunciamos a todo aquello que éramos como hombres en Adán, y somos puestos en
una posición que debería dirigirnos profundamente por el resto de nuestra vida.
Por otra parte, no es importante el referirnos a la fecha en que fuimos
bautizados, el asunto mayor, verdaderamente importante, que debería
ejercitarnos seriamente, es cuan lejos hemos vivido, desde el día en que fuimos
bautizados, de acuerdo a los principios establecidos en nuestro bautismo.
Leamos Romanos 6:1-4 “¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis
que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
El argumento del Apóstol, en este
conocido pasaje es tan claro que nadie podría confundirse, él antes acaba de
decir (Rom. 5:20) que “cuando el
pecado abundó sobreabundó la gracia.” Aquí la maravillosa obra de Dios
es presentada, en donde él triunfa sobre todo el mal del hombre, quedando este
como un fondo oscuro frente a la manifestación de Su rica gracia hacia los
pecadores, quienquiera que crea. Luego el apóstol anticipa que algunos sutiles
males podrían ser introducidos por mentes perversas. Si el pecado del hombre
provoca que la gracia de Dios abunde ¿Por qué no continuamos pecando? Él
procede a mostrar que esto conllevaría a una clara contradicción con respecto a
la posición que el cristiano ocupa. El creyente es visto por Dios como estando
muerto en la muerte de Cristo; ¿cómo entonces viviría en aquello a lo cual
Cristo ha muerto?
Frecuentemente el apóstol en sus
epístolas encuentra necesario decir “¿O no sabéis?.” De esto aprendemos cuan fácilmente dejamos
las verdades que una vez fueron conocidas y gozadas; o si solo reteniendo las
mismas verdades en la letra, se pierde el espíritu de ellas. Así el apóstol
apela en este pasaje a las verdades reconocidas que se relacionan con el
bautismo cristiano.
Somos “bautizados en Cristo Jesús.” Hemos sido
puestos aparte hacia él. Reconocemos que nuestra única esperanza esta en él. Un
Mesías vivo hubiera sido inútil. Nuestra parte esta con “Cristo Jesús”, Aquel que ha pasado
por la muerte y quien ahora vive en el poder de la resurrección ante el rostro
de Dios. El efecto práctico de esto es que desde hoy en adelante “Cristo es todo” (Col. 3:11).
Nosotros que vivimos, ya no vivimos para nosotros mismos, sino para aquel que
murió por nosotros y resucitó.
Así el apóstol lo expresa a los
Corintios en su segunda epístola (5:15). Cristo es digno de nuestra absoluta
devoción, y Su voluntad debería ser nuestro profundo deleite. Aquellos que
salieron de Egipto fueron “todos bautizados en Moisés en la nube y en mar” (1 Corintios
10:2). Así ellos fueron puestos aparte en Moisés, para oír la voz de Dios en
él, y de obedecer en todas sus direcciones. Probemos nuestros corazones bajo la
luz de esta verdad: ¿Estamos, como “bautizados en Cristo Jesús”, absoluta y enteramente consagrados a
Él, y es nuestro diario placer el hacer Su voluntad?
“Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte.” El enseñar la idea de la regeneración en el
bautismo no solo es absurda sino además engañosa y destructiva. Cada pasaje de
la Escritura que habla del bautismo tiene referencia a la muerte y no a la
vida. En el poder de aquella nueva vida que hemos recibido, hemos renunciado a
todo lo anterior, tomando, por el bautismo hecho una vez para siempre, nuestro
lugar de separación de todo aquello de lo cual Cristo esta afuera. Esto nos
aparta, totalmente, de todo sistema mundano.
Sus designios, sus placeres, su
política, sus honores y premios, son cosas que de aquí en adelante se cuentan
como “lo que
queda atrás” (Fil. 3:13). ¿Pero estamos preparados realmente para una limpieza
como esta? Esto es lo que nuestro bautismo significa, pero ¿lo realizamos?
Es fácil jactarse de realizar el
bautismo de la forma correcta, mientras que en nuestro corazón rechazamos todo
lo que éste representa. Esta situación nos pone en una actitud similar a la de
los fariseos del tiempo del Señor, a los cuales él incansablemente condenaba.
Observemos ahora el significado que la
resurrección de Cristo tiene en este pasaje. Él “resucitó de los muertos por la gloria
del Padre.” La resurrección de Cristo fue la respuesta del Padre a todo lo que
él era como hombre aquí en esta tierra. Desde el principio hasta el final él
glorificó al Padre. El Señor Jesús no era descendiente del primer hombre
(moralmente hablando), Él era hombre de un orden completamente distinto- “El segundo hombre…, que es del cielo.” No es de
extrañar que una y otra vez el Padre exprese públicamente Su placer en él.
Pero la resurrección fue la plena
respuesta a las perfecciones de Cristo. El Padre no pudo menos que levantarle
de los muertos. Al glorificar a Su hijo él se glorificó a sí mismo. El
resultado de esto es que ahora tenemos un hombre arriba, en quien toda la
complacencia del Padre descansa; y él es presentado a nosotros como el modelo y
objeto de nuestro andar práctico sobre la tierra. Esta “novedad de vida”
significa una absoluta separación de todo el orden de cosas terrenales, y un
camino de crecimiento en conformidad a Cristo en la gloria. Ningún modelo de
vida, más que Cristo glorificado podría satisfacer a Dios; de la misma manera
para aquel que acepte lo que el bautismo establece, nada le podría satisfacer
fuera de Cristo.
El Señor nos preserve de una mera obediencia a formas que a veces no
conocemos el significado y poder. Ojalá podamos con inteligencia espiritual y
con un corazón devoto al Señor, hacer Su voluntad hasta Su retorno del cielo.
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