jueves, 5 de septiembre de 2019

Para motivarnos ...


Para motivarnos ...
"¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Gen. 4.9) ¡Claro que sí! "No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Fil. 2.4). ¿Quién necesita ayuda con su carga, problema o dificultad? (Gál. 6.2) ¡Dale una mano a tu hermano! ¿Habrá en mí espíritu farisaico que ve las cargas pesadas y difíciles que llevan otros y "ni con un dedo" quiero moverlas? (Mt. 23.4). O, ¿me empeñaré este año a ser como el samaritano que invirtió tiempo, gastó sus propios recursos y se desvió del camino en que iba, todo esto con el afán de ayudar a otro? Pablo, con tristeza vio como en su día habían creyentes que buscaban lo suyo propio, pero notó el contraste de como Timoteo "tan sinceramente" (Fil. 2:20) se interesó en los filipenses.

Estaba por empezar una carrera de atletismo en Barcelona, España. Aunque Derek Redmond se había visto muy afectado por lesiones por mucho tiempo, en esta noche del 3 de Agosto de 1992, se sentía bastante fuerte como para ganar la competencia. Al escucharse el disparo, los ocho competidores salieron con ímpetu hacia la meta. Redmond arrancó bien en la posición número 5, pero casi inmediatamente cayó a la pista, retorciéndose de dolor. Había sufrido un grave desgarre muscular.

Mientras los demás competidores llegaban a la meta, los ojos de todos voltearon a ver al corredor que yacía en la pista. Mientras el atleta herido trataba desesperadamente de levantarse para seguir corriendo, de repente apareció un hombre a su lado. Era el papá de Redmond quien, con horror, había visto desde la tribuna lo que le había sucedido a su hijo. Se movió rápidamente entre la multitud en las gradas y llegó a donde estaba su hijo necesitado de un hombro en donde apoyarse para cojear agonizantemente hasta la meta. Juntos lograron llegar a la meta, consumando así uno de los finales más gloriosos en la historia de los Juegos Olímpicos.

¿Quién necesita mi hombro hoy? O, ¿predicaré Juan 3:16 sin practicar 1 Juan 3:16?

Una meditación ...

Dos vasijas de barro: ¿Cuál soy yo?
1. Jeremías 18:4 - Una vasija reparable
"Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano;
y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla."
a. Material defectuoso: seguridad en la mano del Señor
b. Material dócil: sensible al molde del Señor
2. Jeremías 19:10 y 11 - Una vasija irreparable
"Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más.
a. Material defectuoso: desobediencia al Señor
b. Material duro: disciplina del Señor.
¿Siempre seré el creyente que soy hoy (duro como el barro cocido)? O, ¿permitiré que el Señor me transforme (blando como el barro maleable)?

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1,2.

Tomado del Mensajero Mexicano
Febrero 2006

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