Libros en el NT que mayormente
hablan de Cristo
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Mateo
Enfatiza su capacidad (el rey perfecto)
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Marcos
Enfatiza su humildad (el siervo perfecto)
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Lucas
Enfatiza su humanidad (el hombre perfecto)
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Juan
Enfatiza su deidad (el Hijo perfecto)
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Hebreos
Enfatiza su superioridad (sacrificio, sacerdocio, etc. perfecto).
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Apocalipsis Enfatiza su autoridad (el juez perfecto).
La comparación de los cuatro
evangelios, Las ropas
de Cristo:
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Únicamente
Juan comenta que su túnica “era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo”
(Jn 19.23). Una costura añade término, hace más fuerte y mejora el aspecto de
una prenda. Juan, en el Evangelio que presenta a Cristo como el Hijo de Dios,
siempre hace que el lector reflexione sobre el carácter interno e íntegro de
Cristo, sin necesidad ni posibilidad de que pudiera haber sido mejorado.
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Marcos,
en el evangelio del Siervo, dice que echaron suertes “para ver qué se llevaría
cada uno” (Mr 15.24). Cristo siguió sirviendo a otros con sus ropas aun en el
momento de su muerte.
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Mateo es el único evangelista que explica que
la repartición de sus ropas fue “para que se cumpliese lo dicho por el profeta”
(Mt 15.35). Él nota otra manera para poder identificar al Mesías: no por sus
ropas reales, sino por sus ropas repartidas.
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Lucas, presentando la humanidad de Cristo, da
el comentario más breve: “Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”
(Lc 23.34). Lo importante para Lucas es que, siendo humano, tenía ropas que
eran normales.
La muerte de Cristo: Hay cuatro verbos distintos en cada evangelio para
describir la muerte de Cristo y hacernos reflexionar sobre diferentes aspectos
de ella.
• “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu” (Mt 27.50).
“Entregó” (aphiēmi) significa enviar y dirigir,
recalcando que Cristo, como el Rey, mandaba hasta su propio espíritu cuando
estaba sobre la cruz.
• “Mas Jesús, dando una gran voz, expiró” (Mr 15.37). “Expiró” (ekpneo) indica que cedió su vida
voluntariamente como el Siervo de Jehová.
• “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu”
(Lc 23.46). “Encomendar” (paratithemi)
señala la confianza que Cristo tuvo en su Padre para poder encargarle su
espíritu mientras estaba muerto (Jn 10.17-18).
• “Habiendo inclinado la cabeza, entregó
el espíritu” (Jn 19.30). “Entregó” (paradidomi) recalca
que se ofreció a sí mismo a Dios en
adoración (Ef 5.2).
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