miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿Por qué celebramos la cena del Señor, o el partimiento del pan, el domingo?


Preguntas y respuestas
por Timoteo Woodford

¿Por qué celebramos la cena del Señor, o el partimiento del pan, el domingo?
A lo largo del Antiguo Testamento el séptimo día de la semana, o día de reposo, era muy especial. Entonces, ¿por qué partimos el pan el primer día de la semana, si el Señor no lo instituyó ese día?

Es importante notar que Dios escogió deliberadamente el domingo para ciertos eventos clave después de la crucifixión. Marcos, así como los otros evangelistas, relata que “habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a
María Magdalena…”, Marcos 16.9. También era domingo las primeras dos veces que se manifestó a sus discípulos.“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros”, Juan 20.19. “Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás.
Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros”, Juan 20.26. Es significativo que el Espíritu Santo escogiera el día de Pentecostés como el “cumpleaños” de la Iglesia en Hechos 2.

Otra vez escoge un domingo que los creyentes estaban reunidos. Con razón, entonces, el día primero, día de resurrección, de manifestación, y del inicio de su iglesia, llegó a conocerse como “el día del Señor” (Ap 1.10).
En el libro de los Hechos es claro que el primer día de la semana era el día en que se reunían para partir el pan. Lucas relata cómo “nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos, y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días. El primer día de la semana [lit. ‘el primero de las semanas’], reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente”, Hechos 20.6-7.

Es instructivo notar que Pablo y sus compañeros, aunque sí se reunieron con ellos, no partieron el pan con los creyentes de Troas al llegar, ni el día siguiente, sino que esperaron toda la semana hasta “el primer día de la semana”, y luego siguieron su viaje. Puesto que era el día ya establecido para reunirse, Pablo les pide a los creyentes corintios que “cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”, 1 Corintios 16.2.

En resumen, no hay un mandato explícito para que celebremos la cena del Señor el domingo. Sin embargo, hemos observado que no hay ningún ejemplo de que se haya hecho en otro día de la semana. Tampoco se dice que se celebraba el primer día del mes o cada cuatro meses, etc. Como se hacía solo una vez a la semana, y no menos que cada semana, nosotros, junto con creyentes desde el primer siglo, con gozo practicamos esta ordenanza sencilla cada primer día de la semana. “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que El venga”, 1 Corintios 11.26.

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