Preguntas
y respuestas
por Timoteo Woodford
¿Por qué celebramos la cena del Señor, o el partimiento del pan,
el domingo?
A lo largo del Antiguo Testamento el
séptimo día de la semana, o día de reposo, era muy especial. Entonces, ¿por qué
partimos el pan el primer día de la semana, si el Señor no lo instituyó ese
día?
Es importante notar que Dios escogió
deliberadamente el domingo para ciertos eventos clave después de la
crucifixión. Marcos, así como los otros evangelistas, relata que “habiendo,
pues, resucitado Jesús por la mañana, el
primer día de la semana, apareció
primeramente a
María Magdalena…”, Marcos 16.9. También
era domingo las primeras dos veces que se manifestó a sus discípulos.“Cuando
llegó la noche de aquel mismo día, el
primero de la semana, estando
las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por
miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros”,
Juan 20.19. “Ocho días después, estaban otra vez sus
discípulos dentro, y con ellos
Tomás.
Llegó Jesús, estando las puertas cerradas,
y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros”, Juan 20.26. Es significativo
que el Espíritu Santo escogiera el día de Pentecostés como el “cumpleaños” de
la Iglesia en Hechos 2.
Otra vez escoge un domingo que los
creyentes estaban reunidos. Con razón, entonces, el día primero, día de
resurrección, de manifestación, y del inicio de su iglesia, llegó a conocerse
como “el día del Señor” (Ap 1.10).
En el libro de los Hechos es claro que el
primer día de la semana era el día en que se reunían para partir el pan. Lucas
relata cómo “nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de
Filipos, y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días. El primer día de la semana [lit. ‘el primero de
las semanas’], reunidos
los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día
siguiente”, Hechos 20.6-7.
Es instructivo notar que Pablo y sus
compañeros, aunque sí se reunieron con ellos, no partieron el pan con los
creyentes de Troas al llegar, ni el día siguiente, sino que
esperaron toda la semana hasta “el primer día de la semana”, y luego siguieron
su viaje. Puesto que era el día ya establecido para reunirse, Pablo les
pide a los creyentes corintios que “cada primer día
de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo,
para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”, 1 Corintios 16.2.
En resumen, no hay un mandato explícito
para que celebremos la cena del Señor el domingo. Sin embargo, hemos observado
que no hay ningún ejemplo de que se haya hecho en otro día de la semana.
Tampoco se dice que se celebraba el primer día del mes o cada cuatro meses,
etc. Como se hacía solo una vez a la semana, y no menos que cada semana,
nosotros, junto con creyentes desde el primer siglo, con gozo practicamos esta
ordenanza sencilla cada primer día de la semana. “Así, pues, todas las veces
que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis
hasta que El venga”, 1 Corintios 11.26.
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