Cantares 4:1-16
LA
RESPUESTA DEL AMOR
¿QUÉ ve Cristo en su
iglesia? Debe ver el reflejo de su propio amor. Este libro abre con la frase: “Porque
mejores son tus amores que el vino” (1:2). Éste es el testimonio de la esposa que ha sentido la
profundidad del amor de su esposo.
Hoy leímos: “¡Cuánto
mejores que el vino tus amores!” (v. 10). El que exclama esto es el esposo. No está copiando la
frase de la esposa; está viendo en ella el reflejo del amor con que la ha amado
primero (1 Jn. 4:19).
¿Por qué se contrasta el
amor con el vino? El Nuevo Testamento también junta estas dos ideas (Ef. 5:18). Que no nos espante la metáfora. Es
muy elocuente. Pensemos en el que va a una taberna a entregarse al vicio. ¿Cómo
sale? ¡Completamente dominado! Sus acciones, sus pensamientos y todo su cuerpo
están fuera de su control. Así como el vino controla para destrucción a todo
aquel que lo toma, así controla el Espíritu, pero para bien, a todo el que se
entrega a Cristo.
El amor de Cristo
enaltece, perfecciona y sublima. No degrada, no envilece ni degenera como sucede
con el que se embriaga con vino. ¿Hemos
probado de este amor?
Cantares 5:1-16
LA
ESPERA DEL AMOR
OTRA frase que repiten el
esposo y la esposa es: “Hasta que apunte el día, y huyan las sombras”; aunque
ella pide “vuélvete” (2:17) y él añade “me iré” (4:6). El esposo encuentra algo dulce y fragante en el esperar a
su amada. La ve como un “huerto cerrado” que sólo le pertenece a él (4:12). Sentir su inquietud y su tristeza provocada por la
separación, es para él como recibir el exquisito aroma de la mirra (la mirra
habla de sufrimiento).
Después, habla la esposa.
Para ella la espera no es fácil. Su corazón anhelante la lleva a soñar que su
esposo ha venido por ella, pero al despertar se encuentra con la realidad: el
esposo no está allí. También se enfrenta con el menosprecio y la burla de sus
semejantes (vs. 7,8). Pero, con qué destreza se mueven sus
labios para forjar las figuras con que describe a su amado. Estas palabras (vs. 10-16) de seguro regresarían al esposo y
para él serían miel, vino y leche (v. 1).
Para meditar: ¿Hace esto en nosotros el amor que
sentimos por Cristo? ¿Podemos describirnos como “enfermos de amor”?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario