Filipenses 3:1-12 EXHORTACIÓN
EN TÉRMINOS CONTABLES
Esta exhortación del apóstol Pablo tiene tres partes:
Debemos guardarnos “de los perros” (gentiles) que aman la
inmundicia, “de los malos obreros” con su insinceridad y “de los mutiladores
del cuerpo” con su insistencia en la circuncisión (Gá.
6:13),
mezclando la ley con la gracia y menospreciando la cruz.
Aquí tenemos el “currículum vitae” del apóstol que es
impresionante, pero al final de él escribe: “pérdida por amor de Cristo” (v.
7).
Pablo quería ganar a Cristo, ser hallado en él, conocerle, ser
semejante a él. Escribe esto porque quiere que sus ambiciones también sean
nuestras. ¿Qué ambicionamos? ¿Cuánto tiempo hemos invertido este año para
lograr cosas que Pablo considera como pérdida? ¿Cuánto, para lograr lo que
encontramos en los versículos
8-11?
Los términos contables son muy evidentes en el pasaje. Hay siete cosas en las
que confiaba como hombre en la carne, pero las pasa a la columna de pérdidas.
La ganancia está en tener justicia, no la propia, ni la que es por la ley, sino
la “que es de Dios por la fe” (v.
9).
Filipenses 3:13-21 EXHORTACIÓN
EN TÉRMINOS DEPORTIVOS
Otra vez tenemos la exhortación a unanimidad en el mismo sentir
que hubo en Cristo Jesús, pero hay un cambio en la mente de Pablo. La
exhortación es la misma, pero la figura es otra. Salimos del bufete contable
para ir al campo deportivo, a la pista de carreras. En vez de balance entre
pérdidas y ganancias vemos el esfuerzo del atleta que estira sus músculos y
hace acopio de toda su fuerza para triunfar.
Aprendamos algo de la concentración que exige el deporte. El que
corre en una carrera tiene que decir como Pablo: “Una cosa hago... prosigo a la
meta”. El que participa en una carrera, mientras corre, no debe hacer más que
correr. No conversa con sus rivales ni con el público, no compra ni vende algo.
Tiene una sola preocupación: llegar a la meta.
En el contexto de lo que es eterno, ¿tengo demasiadas metas? ¿Por
querer hacer muchas cosas no hago ni “una cosa” bien? Dios nos llama a ser
perfectos (v.
15;
comp. v.
12), que
aquí significa madurez, sentir lo mismo que Pablo (vs.
15,16),
pero sobre todo, lo mismo que Cristo sintió (2:5-8). También significa
andar como ciudadano del cielo.
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