INTRODUCCIÓN
AL LIBRO LAMENTACIONES DE JEREMÍAS.
Este libro consiste de
cinco poemas escritos en forma de acróstico. El alfabeto hebreo tiene 22 letras
y por eso los capítulos 1, 2, 4, 5 tienen ese número de versículos. El capítulo
central, el 3, tiene 66 versículos, porque cada letra se repite tres veces.
En la estructura del libro
hay otro detalle que vemos con frecuencia en la poesía hebrea: hay un
paralelismo invertido que es evidente en el siguiente bosquejo:
- JERUSALÉN ASOLADA Cap. 1
- JEHOVÁ AIRADO Cap. 2
- JEREMÍAS ANGUSTIADO Cap. 3
- JEHOVÁ AIRADO Cap. 4
- JERUSALÉM ASOLADA Cap. 5
Tanto en el título del
libro como en su contenido, se nota que ésta no es poesía que registra gozo y
alegría; no habla de victorias ni describe la hermosura de la creación. Al
contrario, registra una máxima expresión de dolor ante las ruinas de Jerusalén,
ciudad que, por su pecado y olvido de Dios, había sido derrotada, saqueada y
quemada por Nabucodonosor, quien llevó cautivo a lo más selecto del pueblo a
Babilonia, la capital de su reino.
¿Qué podemos aprender de
estos lamentos?
Ante todo, vemos la
necesidad que tenemos de un Consolador, necesidad que puede suplir el “Dios de
toda consolación” (2 Co. 1:3), que nos ha prometido un
Consolador que estará con nosotros “para siempre” (Jn. 14:16).
Como toda Escritura, este
libro nos habla de Cristo. Cuando él estaba en este mundo muchos creyeron que
era Jeremías (Mt. 16:14; Mr. 6:15). Muchas frases en este
libro tienen su interpretación más profunda si las aplicamos reverentemente a
las agonías de nuestro Salvador, el “varón de dolores, experimentado en
quebranto” (Is. 53:3).
Al leer este libro demos
gracias a Dios que conocemos al que vino a “consolar a todos los enlutados; a
ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” (Is. 61:2,3).
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