miércoles, 2 de mayo de 2018

Gálatas 4:1-31


Gálatas 4:1-20  “HASTA QUE CRISTO SEA FORMADO”

Cuando son muy pequeños, el heredero y el esclavo son iguales. Más tarde, habrá diferencias.
En este proceso de crecimiento Pablo ve dos peligros:
a) El interno, que afectará la disposición para servir a Dios, pues, atados a costumbres y ritos, tendrán su libertad restringida, y Dios no podría utilizarlos. A esto se refiere al decir: “Que haya trabajado en vano” (v. 11).
b) El externo. Este lo compara con las disputas de Sara y Agar; Isaac e Ismael. Aquellos que son esclavos de Satanás, o de ritos y tradiciones, tratarán de imponernos su criterio en cuanto a nuestras acciones y, estando ligados así, no podremos servir con libertad al Dios vivo y verdadero.
El deseo cumbre del apóstol (v. 19), es profundo e intenso: lo compara a los dolores más agudos que la mujer conoce: “dolores de parto”; es constante: “vuelvo a sufrir” y tiene una meta sublime: “hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Muchos nos conformamos con tenues reflejos del carácter y virtudes del Señor o con muestras esporádicas: no así Pablo. Él fue llamado para que Cristo fuera revelado en él; vivió manifestando a Cristo como crucificado, y pedía lo mismo para sus hijos (1:13:1).

Gálatas 4:21-31  EL ESPÍRITU SANTO (1/4)

Bueno es que estudiemos lo que esta epístola nos dice del Espíritu Santo.
“NACIDO según el Espíritu” (v. 29). Esto nos recuerda a Nicodemo (Jn. 3:5) y nos enseña que el poder y la voluntad de Dios, son factores indispensables en el cambio que experimentamos cuando creímos en él.
“COMENZADO por el Espíritu” (3:3). En realidad, no hay otra forma de comenzar nuestra vida cristiana. El problema radica en que, como los de Galacia, muchos continuamos en nuestras propias fuerzas.
RECIBIR el Espíritu (3:2). Ésta es una acción de fe. Habiendo oído del poder y la gracia de Dios y creído, Dios nos transforma según su voluntad. Todo esto nos habla de nuestro principio en el Señor, pero aquí aprendemos algo más: los que nacen según el Espíritu entran a una lucha (4:29) y a una vida de sufrimiento (3:4), pero, ¡qué es esto comparado con la verdad de saber que somos hijos de Dios y herederos de sus promesas! ¡Gocémonos en nuestra libertad!

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Serie: Mandamiento Bíblico

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